El nuevo armamento del frente

Agencias-SPC
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Los drones se han convertido en un instrumento vital en las guerras al no ser detectados por los sistemas antiaéreos

El nuevo armamento del frente - Foto: STRINGER (REUTERS)

Tanto militares como comerciales, los drones se han convertido en un arma fundamental en los conflictos actuales, principalmente por su bajo coste y por sus buenos resultados sin tener que poner en peligro a personas. Ucrania primero, Gaza después y también la crisis en el mar Rojo han demostrado que estas naves se han convertido en un auténtico desafío ante el que hay que buscar soluciones.

El uso de aviones no tripulados en el campo de batalla no es algo nuevo, si bien durante mucho tiempo su empleo había estado limitado a las grandes potencias militares, como EEUU o Israel, debido, principalmente, a su alto coste. Sin embargo, en los últimos años, gracias a su utilización también con otros fines -comerciales y recreativos-, se han abaratado considerablemente, democratizando así su acceso.

Inicialmente, este tipo de aparatos se destinaba a recabar información de Inteligencia, como las posiciones del enemigo, mediante cámaras rudimentarias y sistemas de radio, pero sus capacidades han evolucionado a medida que lo ha hecho la tecnología. Ahora, pueden lanzar ataques de precisión, como el realizado por la CIA en el verano de 2022 en el que murió el líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, en Kabul.

El salto cualitativo se ha producido en los últimos años, a medida que ha ido creciendo el mercado de los drones comerciales con aparatos de precios asequibles y manejables mediante un simple teléfono móvil. Como consecuencia de ello, pequeños grupos insurgentes que no cuentan con presupuestos multimillonarios como los de los Estados tienen acceso a estas naves, que pueden usarse como misiles guiados para realizar ataques.

Clave en Oriente Próximo

Así ocurrió, por ejemplo, durante el ataque terrorista perpetrado por Hamás contra Israel el pasado 7 de octubre. El grupo islamista lanzó en un primer momento vehículos aéreos no tripulados (UAV, por sus siglas en inglés) para destruir las torres de observación y las cámaras en la frontera de Gaza e interrumpir las comunicaciones, dejando así a su vecino a ciegas. También empleó drones para lanzar munición contra tanques, así como contra soldados y otros efectivos, y envió enjambres de estos aparatos contra buques e infraestructuras energéticas. A esto se sumaron miles de cohetes y los llamados drones suicida, capaces de deambular hasta que localizan un objetivo y que en su caso han bautizado como Zuari, por un antiguo piloto de aviones no tripulados del movimiento islamista llamado Mohamed Zuari.

Estos aviones no tripulados también están siendo clave en la ofensiva de los hutíes yemeníes contra la navegación en el mar Rojo. Estos insurgentes apoyados por Irán, que también respalda a Hamás, ha empleado drones así como misiles en sus ataques contra los barcos que transitan por estas aguas, obligando a las grandes navieras a obviar el estrecho de Bab el Mandeb y optar por dar toda la vuelta a África.

No obstante, ni Hamás ni los hutíes están siendo pioneros en esta materia, aunque puedan haber perfeccionado sus capacidades, sino que otros grupos terroristas e insurgentes, desde el Estado Islámico (EI) a Al Qaeda pasando por el partido-milicia chiita libanés Hizbulá, los talibanes, los grupos rebeldes sirios o las milicias pro-iraníes en Siria e Irak también los emplean en sus acciones.

Inflexión en Ucrania

Sin duda, el punto de inflexión lo ha representado Ucrania. El Ejército no solo consiguió resistir el primer envite de las tropas enemigas tras la invasión de febrero de 2022, sino hacer retroceder a Rusia, pese a que sus capacidades militares eran inferiores, gracias al uso extensivo de los drones en su respuesta. Aunque tanto Moscú como Kiev disponían de un buen arsenal de UAV, los cuales tienen mayor alcance y precisión pero también son mucho más costosos, han sido los drones comerciales los que han marcado la diferencia.

El prolífico uso de aviones no tripulados por parte de Ucrania ha supuesto todo un cambio puesto que los combatientes pueden observar las posiciones y movimientos de tropas rusas y mejorar la definición de objetivos a atacar con armamento convencional, además de acosar y presionar al enemigo sin necesidad de poner a efectivos en peligro. El empleo de este tipo de aparatos para estas actividades se ha convertido en algo tan habitual que el Ejército de Kiev perdería unos 10.000 de estos aparatos al mes.

No obstante, aunque al Ejército del Kremlin en un primer momento le pilló por sorpresa esta nueva amenaza, ha sabido adaptar su estrategia e incorporar a su arsenal nuevos UAV. Así, ha desarrollado el Orlan-10, un dron de espionaje que se encarga de recabar información de la situación en tierra, y el Lancet, un dron de ataque con capacidad para merodear en el aire hasta que encuentra el objetivo que alcanzar.