«Mi compromiso siempre es por una sociedad mejor y más justa»

Javier Alfaro P.
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El empresario y activista por los Derechos Humanos, el vicepresidente de GYLDA LGTBI+, Jesús Cárcamo, es un 'Riojano con acento'. Encargado de sacar adelante a los suyos desde la adolescencia, lleva toda la vida participando en movimientos sociales

Jesús Cárcamo, empresario, activista por los Derechos Humanos y vicepresidente de la asociación riojana GYLDA LGTBI+. - Foto: Óscar Solorzano

Los hermanos Cárcamo gozan de gran popularidad en su Logroño natal. Edu, actor; César, profesor; Pedro, hostelero, y Jesús, activista por los derechos humanos y empresario.

Nacido en 1965, Jesús recuerda una infancia que los fines de semana pasaba en Yagüe, donde residían sus abuelos maternos «y donde íbamos los fines de semana jugando en la calle y la huerta. Mi abuela era originaria de Peñaloscintos, una aldeíta preciosa en los Cameros, y allí pasábamos veranos muy intensos con los primos y la gente del pueblo, en el campo... muy natural». 

Sin embargo, repentinamente su padre fallece muy joven, a los 40 años, y su juventud cambia cuando él tenía 16. «Siendo el mayor de cuatro hermanos, con el más pequeño de apenas 7 meses y otro de 3 años, me convierto en un viejoven que de una forma dramática se responsabiliza de llevar dinero a casa, sacando adelante su negocio de cocina y baño». Una situación que tuvo que compaginar con el servicio militar obligatorio «aquí», en Recajo.

«Entonces, aquí eran tan comunes los enchufes que hasta había un formulario para pedirlos. Expliqué mi situación y junto a otro chico que había sido padre sin cumplir la mayoría de edad, nos pusieron a repartir pan para oficiales y suboficiales en Logroño, compatibizándolo con el negocio familiar». Una labor que siguió y ha evolucionado hasta hoy, con su propia empresa, Aqualar, de cocinas y baños, y liderando un proyecto de productos propios junto a otras compañías. «Antes hacíamos viajes de negocios parando en los sitios donde había una cabina para poder llamar por teléfono», recuerda al repasar su trabajo.

En lo personal, «desde los 14 años estaba en movimientos católicos de base que apostaban por ayudar al prójimo desde abajo». Primero fue en el Colectivo Riojano por la Paz y el Desarme, «muy potente y germen de otras organizaciones comprometidas con la sociedad, asociaciones vecinales y gente que posteriormente tuvo un perfil muy político, fundamentalmente de izquierdas. De esa base católica nació también la Comisión Anti Sida, de la que formé parte bastantes años ayudando porque entonces moría mucha gente». Es entonces, a mediados de los 90, cuando casado y con un hijo, se da cuenta que también siente atracción por los hombres, vinculándose a la asociación de Gays y Lesbianas de Aquí, germen de la actual GYLDA LGTBI+, de la que ahora es vicepresidente.

«He vivido la reivindicación con unas experiencias personales muy bonitas y avances legislativos muy importantes», recuerda, al tiempo que subraya que su compromiso «siempre ha sido con una sociedad mejor y más justa». Durante un tiempo dejó el asociacionismo y se centró en el negocio pero hace una década volvió, «porque actualmente corremos el riesgo de perder derechos conseguidos a juzgar por lo que dicen algunos sectores ultras, porque tan importante es que se aprueben las leyes, como es fundamental que se implementen, se desarrollen, se lleven a cabo y no se de marcha atrás».

Apunta que para él «sería terrible que de una forma más brusca o más velada lo que se ha conseguido se redujera o no avanzara; a nivel regional, con la Ley Trans, la puesta en marcha del Centro LGTBI+ o las acciones de divulgación y sensibilización; como a nivel nacional, con el matrimonio igualitario, la Ley Trans y LGTBI+ recientemente aprobadas pero a falta de implementar, así que cualquier coalición de gobierno que quiera acabar con ellos o paralizarlos me preocuparían porque la sociedad retrocedería».