Portales, el paseo eterno

Bruno Calleja Escalona
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Aunque no cuajó del todo su conversión en paseo de invierno, sus soportales resguardan de la lluvia y dan sombra en verano. La calle de los 6 nombres es la arteria medular de Logroño

Estampa antigua de Portales, con el mismo trajín ciudadano que tiene hoy. La calle ha mantenido el regusto antiguo de sus soportales y alberga algunos de los comercios históricos que aún perviven. - Foto: Postal

Hay calles que marcan la identidad de una ciudad y Portales es seña de identidad de Logroño. El nombre actual del popular 'Paseo de Invierno' le llegó en el siglo XX. Logroño creció en paralelo al Ebro y al hilo del Camino de Santiago, que se asienta sobre una calzada romana. Desde la Rua Vieja, la ciudad fue creando ejes paralelos, como la calle Herventia, que tomó el nombre de una de las puertas de la muralla.

En el siglo XVI, en esta calle principal estaba el Ayuntamiento, en una casa luego denominada El Portalón. A su lado estaba la iglesia que acabó siendo colegiata Santa María de La Redonda, y el Palacio Obispal. En 1610, la calle Herventia, frente al Ayuntamiento, en la Plaza del Voto, fue testigo de la sentencia del Auto de Fe, el último celebrado en España contra la brujería.  

Tras la proclamación de la Constitución de 1812 'la Pepa', se la denominó calle Herventia, hasta 1839, cuando cambió a calle La Paz. A mediados del siglo XIX, la desaparición de las murallas obligó a remodelarla. En 1875, Francisco Luis y Tomás planteó reconvertir los antiguos porches de las partes bajas de las casas en un moderno paseo de invierno. Los portales presentaban diferentes formas y alturas, por lo que hubo que alinear las casas y construir arcos para reemplazar las viejas columnas dieciochescas. La declaración de ruina de una casa fue el pistoletazo de salida del ambicioso proyecto. 

Pronto, los arcos fueron imperando en las nuevas construcciones para abrir el paseo deseado, aunque no faltaron problemas, como en  la esquina de Marqués de Vallejo y Portales, donde el arquitecto Maximiano Hijón tuvo duras negociaciones con el Ayuntamiento para abrir los arcos.

La continuación del paseo hacia el este supuso otro problema para el Consistorio, que finalmente descartó el proyecto. La presencia del convento de San Agustín al oeste cerraba el plan por esa zona. Cuando se derribó, varias voces pidieron dar continuidad al paseo de invierno e integrarlo en la nueva Casa de Correos. 

De los antiguos soportales solo quedó un pequeño tramo frente a la puerta de La Redonda. Con la II República, esta arteria, que también ostentó el nombre de calle del Mercado, pasó a llamarse Avenida de La República y tras la Guerra Civil, calle General Mola. Posteriormente fue rebautizada como calle Portales.