La Rioja se une al movimiento para limitar el móvil en menores

Feli Agustín
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Nace el grupo de Telegram Logroño adolescencia sin móviles, creado por un grupo de padres y educadores que apelan a abrir una reflexión sobre la necesidad de un 'smarphone' entre los 12 y 16 años

Una madre consulta con su móvil los mensajes en el grupo creado para sensibilizar sobre el uso de internet en adolescentes. - Foto: Óscar Solorzano

Un 33% de niños entre 12 y 16 años están en riesgo elevado de hacer un uso compulsivo de internet y redes sociales, porcentaje que baja al 11,3% entre los jóvenes de 15 y 24 años. Así lo señala el informe Impacto del aumento del uso de internet y las redes sociales en la salud mental de jóvenes y adolescentes, presentado hace un mes por el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), estudio que respalda de manera formal la creciente preocupación entre padres y madres sobre el uso de las tecnología, intranquilidad que se ha manifestado ya en La Rioja.

Desde el lunes está en marcha el grupo de Telegram Logroño, adolescencia libre de móvil que, a semejanza de otros que están surgiendo en todo el país después de un movimiento nacido en Barcelona, pretende poner coto al uso temprano del móvil y que a última hora de la tarde de ayer se acercaba a  los 400 participantes.

«El objetivo de este grupo es unir fuerzas para hacer frente al problema de las pantallas entre niñas, niños y adolescentes», se apunta en la filosofía del grupo, creado por siete personas que, además de padres y madres, son educadores. Su voluntad es «unir esfuerzos» con una doble finalidad, intentar «que más familias no compren automáticamente un móvil con internet a sus hijas e hijos en cuanto cumplen 12 años», y evitar que estén presentes en las aulas.

Antonio, uno de los fundadores del grupo, señala que no se establece como una plataforma contraria al uso de la tecnología, sino que invitan a abrir una reflexión conjunta sobre la necesidad de que los chavales, a edades tan tempranas, de 12 a 16 años, «lo lleven a las aulas o convivan con él. «Nosotros no queremos esto para nuestros hijos», señala Antonio, que plantea que si en Primaria no tienen móviles, «¿por qué deben tenerlos en Secundaria? ¿Tanto han cambiado para tener capacidad?».

El promotor de este grupo, que  apuesta por la supervisión paterna y la educación en casa, constata la dificultad la de tutelar a los chavales en un entorno de tecnología cambiante. «¿Quién puede proteger a sus hijos de la inteligencia artificial? ¿Cómo evitamos que sus rostros aparezcan asociados a determinadas acciones», plantea este padre, que apunta que «todos estamos en el mismo barco».

Afecciones. Antonio señala que hay que ser conscientes de que hay «temas que nos sobrepasan» y que afectan a los chavales psicológicamente, en su estado nervioso y en su capacidad de atención, «pero sobre todo en sus relaciones con los demás». Consciente de que la prohibición del uso de móviles pude incurrir en la ilegalidad, sí que considera necesario que se establezcan herramientas «incontestables» que permitan a los centros educativos y a los organizadores de actividades de tiempo libre impedir a los menores el uso del móvil en su ámbito de autoridad

Logroño, adolescencia libre de móvil,  un grupo de Telegram que permanece abierto a la participación de quien desee sumarse , ha puesto en marcha una encuesta en la que consulta a sus miembros sobre la edad en la que piensan que es la más adecuada para acceder al móvil, la posibilidad de que exista una normativa estatal o regional que regule su uso o de proporcionar a los chavales móviles sin conexión a internet que permitan únicamente las llamadas.

Educar. La coordinadora del área TIC de los grados de Maestro y Pedagogía de UNIR, Patricia Sáenz, constata que el «móvil forma parte de la vida» y considera que su empleo debe ser una enseñanza, «un proceso de acompañamiento por parte de los padres». La experta entiende que debe haber una  «educación en cómo usarlo de manera responsable» y resalta que manejar la tecnología «no significa saberla utilizar correctamente». Reconoce la dificultad que entraña para las familias educar en su uso, sobre todo si se tiene en cuenta de que la mayoría de los adultos tampoco saben manejarlo. «Los utilizamos, pero sin ser  conscientes de lo que supone publicar en redes sociales o de tener instaladas ciertas aplicaciones», señala Sáenz, que apunta que no se puede esperar de un menor, sin la suficiente madurez, una gestión adecuada. Por ello, la profesora entiende que los adultos «son los primeros» que deberían aprender a hacer una utilización sensata del móvil, ya que  permite a los chavales «hacer muchas cosas que no deben». «Hay que establecer una relación de confianza para que el menor sepa a lo que se enfrenta», aconseja.