Madrid es su lugar de residencia, pero Logroño su ciudad natal y Nájera la localidad en la que ha llevado a escena la historia de una ciudad tras tomar las riendas de la Crónica Najerense. La actriz Mabel del Pozo ultima sus días en su tierra, La Rioja, con una agenda más que apretada, rematando ensayos con los casi 300 voluntarios que este viernes y sábado escenificarán en la plaza del Mercado najerina la antesala de la que será este año la 55º edición de este espectáculo que se representará en la plaza de Santa María del 25 al 29 de julio (22.30 horas). 

La Crónica Najerense es el proyecto que ahora tiene entre manos. Una función que dirige desde el 2019 y que ha ido moldeando cada edición para darle un enfoque más innovador y emocional, con nuevas escenas, como la nueva calumnia o la de calle con elementos sonoros en directo. Considera un «reto» y un «privilegio» conducirlo porque «es muchísimo más que un espectáculo teatral al uso», ya que «parte de la necesidad de un pueblo de contar su historia y sus integrantes no son profesionales, sino voluntarios». «La Crónica es el proyecto, si no el más importante, es el que más cambios personales, emocionales y profesionales me ha regalado», subraya.

«Gracias a Nájera tengo todo este mes para tocar casa», asegura. Tiempo que exprime al máximo para estar con los suyos porque hasta navidades no regresa, y lo hace para seguir trabajando la mitad del tiempo, que le resta de estar con su familia. «Nájera es mi casa, la vuelta a La Rioja, a la familia, a la tierra; ha sido la oportunidad de reencontrarme con mi hogar», insiste, mientras aguarda en una terraza del bar najerino Royalty II para saborear uno de sus pinchos favoritos, el de anchoa en salazón, aunque también dice ser  «fanática» de sus 'emparedados', que tanto añora cuando está en Madrid. 

Son sabores que le hacen retornar al hogar. «Royalty es comida casera de calidad absoluta y alegría de sabores», recalca Del Pozo. 

«Me siento muy logroñesa, muy najerina y madrileña», admite. «Al final uno es de donde se siente amado. Ahí es donde haces patria», defiende. Su trabajo también le ha llevado al otro lado del charco. Tiene previsto regresar a Estados Unidos para representar Fuenteovejuna. Pero, pese a la lejanía, acostumbra a recurrir a los sonidos de su infancia cuando tiene morriña. «Cada vez que estoy en Washington y tengo necesidad de estar en casa escucho jotas y me pongo a llorar», confiesa.