En Podemos se nota la impaciencia, porque pasa el tiempo y Yolanda Díaz sigue sin tomar decisiones y sin definir cómo plantea su futuro.
Hace meses que anunció que su proyecto, Suma, no se presentaría a las elecciones autonómicas y municipales, pero en las últimas semanas desde su entorno se transmite que Yolanda se lo está pensando. Y en Podemos no saben si eso significa que se está pensando lo de mayo o si está pensando presentarse solo a las generales como candidata a la presidencia de Suma, candidata de Podemos, o candidata de la fusión de Suma con Izquierda Unida. Es decir, se trata de una candidata con mucha presencia en los medios gracias a que sabe cómo convertirse en personaje imprescindible aunque carezca de proyecto. Es una figura que no se mueve en el término medio: o cae muy bien o cae muy mal. Así que su futuro depende de cómo gestione su vida política de aquí a un año, cuando se celebren las generales.
En Podemos, pocos son los que sienten simpatía por la mujer a la que Pablo Iglesias designó vicepresidenta cuando abandonó el gobierno, y designó candidata a la presidencia del gobierno pendiente de que la ratificara el partido. Esa es la clave, que la designe el partido.
Desde el mismo día que se convirtió en la interlocutora de Pedro Sánchez como representante de los cinco miembros de Podemos en el Consejo de Ministros, la sucesión de desencuentros con las dirigentes Belarra y Montero han sido constantes y, hoy, una mayoría de miembros de Podemos defienden abiertamente que sea una de las dos ministras la candidata a La Moncloa, hartos de esperar a que Yolanda se defina. Y sobre todo hartos de los permanentes cortes de manga que hace a Podemos y a su dirección.
Como último intento de acercamiento, desde la dirección de Podemos se la ha preguntado su disposición a colaborar en la campaña de las municipales y autonómicas, y tampoco ha habido respuesta definitiva. Ya pensará si lo hace en Cataluña como ayuda a su amiga Colau, pero ni de broma hará campaña en Madrid. No es tonta: de participar en alguna campaña, lo hará donde cree que Unidas Podemos puede tener un resultado aceptable.
Actitud similar a la que tuvo en las elecciones andaluzas, donde finalmente aceptó participar "un poquito" pero luego capitaneó una extraña maniobra que acabó primero con la imposición de su candidata y después con Podemos fuera de la candidatura de izquierdas por no inscribirse a tiempo en el registro.
Es Yolanda Díaz un personaje inquietante: sin partido, sin éxitos como ministra de Trabajo por mucho que venda su reforma electoral, muy lejos de la prometida; por sus eternas polémicas con sus sucesivos acompañantes de aventura política … y con imagen mucho más valorada que la de políticos de incuestionable trayectoria.
Se inicia un año electoral, y ni siquiera sabe si va a ser candidata de algo. Pero ahí está, pisando fuerte.