Despliegue global

R. Muro
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Unidades de drones, de subsuelo, caninas, de caballería, desactivación de explosivos y antidisturbios exhiben músculo en Logroño durante la reunión informal de ministros de Interior de la Unión Europea

Un especialista de la Policía Nacional se adentra en una alcantarilla para revisar la seguridad en el subsuelo logroñés. - Foto: Óscar Solorzano

Logroño es hoy, y desde hace unos días, una de las ciudades más seguras del mundo.  El despliegue de unidades especializadas de Policía Nacional  llegadas de diferentes puntos de la geografía española con motivo de la reunión informal de ministros de Interior de la UE limpia cualquier síntoma de amenaza del espacio aéreo, terrestre e incluso del propio subsuelo de la capital riojana. Desde hace ya días, agentes especializados inspeccionan una ciudad poco acostumbrada a citas de envergadura global, con un despliegue total, y que no deja ajeno a transeúntes y vecinos.

La Unidad de Drones, con sede en la Jefatura Superior de La Rioja, velará por la seguridad a vista de pájaro. Más allá de la destreza con uno de estos aparatos equipado con visión nocturna, los agentes se encargarán también de hacerse con el control de posibles drones particulares que osen sobrevolar las diferentes citas de la cumbre. Por descabellado y osado que parezca, los agentes recuerdan su apoyo en San Fermín, «donde tuvimos que hacernos con el control de veinte drones que buscaban captar las mejores imágenes de los encierros». Los drones de dimensiones reducidas dan paso a un dron pilotado, con dos plazas, y que también sobrevolará estos días el espacio aéreo logroñés.

La exhibición de seguridad y fuerza se desplaza a Marqués de San Nicolás, en uno de los considerados puntos sensibles de la cumbre como son los hoteles, donde descansan autoridades e invitados. Justo enfrente del hotel Calle Mayor, la unidad de subsuelo procedente de Madrid y Zaragoza, se afana desde hace mes y medio en inspeccionar el interior de las alcantarillas. El principal objetivo es, de nuevo, la seguridad, y en concreto, localizar posibles explosivos «aunque no se encuentran nunca», detalla otro agente procedente de Madrid. «Sí hemos localizado alguna vez butrones», continúa, mientras introduce en una alcantarilla un medidor para comprobar la salubridad del ambiente en el subsuelo logroñés. Ataviados con equipos de protección especializados, dos policías se sumergen en la red de alcantarillas para comprobar que están limpias de cualquier amenaza. Si se hallara un artefacto, se activaría el protocolo y al desalojo de la zona y se recurriría los Tedax, que si bien disponen de unidad en Logroño, estos días reciben el apoyo de compañeros de fuera.

El exhaustivo operativo de seguridad impide incluso esbozar datos. Ni del número de agentes que estos días custodian la capital riojana, ni del número de perros destinados a la detección de explosivos. Nada. Todo discurre bajo un cerrado secretismo. Nur (luz en árabe) y Andi son dos de los canes que ayer olían los vehículos estacionados en El Espolón ante la atenta mirada de curiosos y viandantes. Ninguna amenaza. Mientras tanto, la Unidad de Caballería controlaba el interior del paseo del Príncipe de Vergara entre la elegancia del paso equino y las tímidas sonrisas de sus uniformados jinetes. Un despliegue de seguridad global, total y cordial con los numerosos ciudadanos que hicieron gala de la amabilidad y la proximidad típica de una tierra que no se 'corta' en conversar con los agentes, ni éstos en dar continuidad con una sana charla.

Eso sí, en un contexto de calma absoluta y en una ciudad de tradición tranquila. Si surgieran problemas, que nadie espera, entrarían en acción los Antidisturbios, los de la Jefatura Superior de La Rioja, y los llegados de otras ciudades, con el respaldo de todos y cada uno de los agentes destinados a todas y cada una de las unidades presentes  estos días en la capital riojana. De momento, y que siga, todo normalidad, todo amabilidad, todo cordialidad.