Entendiendo 'Il derby'

Diego Izco (SPC)
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Associazione Calcio e Internazionale, una convivencia intensa de 114 años que divide Milán

El neerlandés Ruud Gullit (Milan) y el alemán Lothar Matthaus (Inter), en uno de los grandes derbis de los años 90. - Foto: EFE

El 16 de diciembre de 1899 un grupo de jóvenes se reunió en una cafetería (tópico italiano, dato real) para fundar un club de fútbol. Dos ingleses, Alfred Edwards y Helbert Kilpin fueron los padres del Milan Foot-Ball and Cricket Club. El 9 de marzo de 1908, en el Ristorante Orologio (otro tópico, otro dato real), 44 disidentes del club fundaron el Foot-Ball Club Internazionale como respuesta frontal al primero: el Milan acababa de cambiar sus estatutos para que solo jugasen italianos; el Internazionale, como su propio nombre indica, abría la puerta a extranjeros. Dos formas de nacer y entender un club, un deporte y hasta una vida. El 'Derby della Madonnina' vive hoy el primero de los enfrentamientos más especiales en 114 años de historia. 

La 'Madonnina'

'Il derby' no es el más caliente de Italia (el Roma-Lazio se lleva la palma por la capitalidad romana), pero sí el más universal. Debe su nombre a una pequeña estatua de cobre dorado de la Virgen de los Dolores (la 'Madonnina') que se encuentra en lo más alto de la catedral de Milán ('Il Duomo')… y de toda la ciudad hasta 1954: según la tradición de la capital lombarda -quebrada por la modernidad- ningún edificio podía ser más alto que los 108,5 metros en los que está colocada la estatua de Pellicani. Ni Milan ni Inter se han 'adueñado' del símbolo: pone a todos de acuerdo. A las clases bajas (relacionadas con el AC) y a las altas (vinculadas al Inter). 

Origen y estadio

A pesar de ser clubes vecinos y compartir hoy estadio, el primer 'derby' se disputó... ¡en Suiza! A poco más de 50 kilómetros, eso sí, en la localidad de Chiasso (varios integrantes del Inter eran helvéticos) y con un resultado de 1-2 para el AC Milan. El primer partido oficial tiene fecha del 10 de enero de 1909 y también concluyó con triunfo 'rossonero' (3-2), que dominó el cara a cara hasta la reestructuración del fútbol italiano y la fundación de la Serie A (1930). Giuseppe Meazza, mito 'nerazzurro' que también jugó dos temporadas en el 'gran rival', ayudó a equilibrarlo todo. Hoy en día, con ambas entidades compartiendo campo, lo llamamos San Siro cuando el Milan actúa como local y Meazza cuando lo hace el Inter. 

Mazzola-Rivera

La cúspide de la rivalidad se produjo en los años 60, cuando ambos presentan a dos de los mejores futbolistas transalpinos de la historia: Sandro Mazzola (Inter) y Gianni Rivera (Milan). Dos jugadores increíbles que llevaron a sus combinados a repartirse Ligas e incluso Copas de Europa. Los rojinegros, con el legendario Nereo Rocco, padrino del 'catenaccio'; los vecinos, con el mítico Helenio Herrera. Esa rivalidad deportiva llegó al terreno personal: cuando jugaban con la selección italiana, Mazzola y Rivera nunca coincidían en el campo y los entrenadores entregaban un tiempo a cada uno. En el famoso 'partido del siglo' (semifinales de Brasil'70, con triunfo 4-3 para los transalpinos), Rivera salió en la segunda parte -sí, sustituyendo a Mazzola- y marcó el gol de la victoria en el 111.  

Italia'90

Con más de 230 partidos oficiales entre ambos, uno de los más recordados… fue uno que no les enfrentó. Se trata del Países Bajos-Alemania, en el Mundial de Italia'90 disputado en San Siro. En el cuadro neerlandés estaban Rijkaard, Gullit y Van Basten, mitos de la época en el Milan; y en el alemán, los interistas Brehme, Klinsmann y Matthaus. La parroquia local estaba completamente dividida y el cuadro 'neroazzurro ganó' aquel partido: un 2-1 el día que Gullit fue expulsado por escupir a Voller y en el que Brehme y Klinsmann marcaron para el cuadro germano. Un 'triunfo' de los de azul y negro en la época en la que Fabio Capello o Arrigo Sacchi forjaron la leyenda del mejor Milan de la historia. 
Hoy el tiempo se vuelve a parar para dos 'gigantes' del fútbol italiano. Es la segunda vez que se miden en semifinales de la Champions. La primera concluyó con dos empates (0-0 y 1-1) que dieron el billete finalista al Milan en una de las aplicaciones más ridículas de la norma del 'gol visitante' (Shevchenko): ambos duelos, en efecto, se jugaron en el mismo estadio… pero la vuelta en el Meazza. El Milan ganó aquella final a la Juventus en los penaltis.