Son tan atemporales como universales. Forman parte de los joyeros femeninos desde los albores de la humanidad: de civilizaciones antiguas hasta divas de Hollywood, o iconos de estilo actual, los pendientes de aro son un complemento sempiterno que une el Antiguo Egipto con Cristóbal Balenciaga o Brigitte Bardot.
De Rihanna, Kendall Jenner y Jennifer López a los últimos desfiles de Alexander Mcqueen, Chanel, Balenciaga o MSGM, pasando por divas eternas como Lola Flores o Ava Gardner, los pendientes de aro ya no simbolizan casta y poder como en las civilizaciones antiguas, pero sobreviven al tiempo.
De forma generalmente redondeada y de diferentes grosores y tamaños, este complemento constituye una de las formas más antiguas de los ajuares de la mayor parte del mundo. Adornados con formas colgantes o piedras, son una joya -o bisutería- versátil se ha estado reinventando y adaptando al paso del tiempo.
«Se han encontrado piezas en excavaciones que datan de la Edad de Bronce en Egipto y Siria y otras de hace 6.000 años, que atravesaban las orejas de las momias con formas circulares sujetadas con clavos», explica Lisi Fracchia, diseñadora de joyas, perito en gemas y miembro del comité del Instituto Gemológico Español (IGE).
Dependiendo de las culturas, también servían «para diferenciar entre castas y rangos sociales», mientras que «según algunos historiadores los utilizaban los hombres en las civilizaciones antiguas y se les atribuían propiedades curativas para aliviar algunos dolores», indica Fracchia, cuyos aros ha lucido el actor Paco León.
Hay una apuesta clara por el formato en versión XL, con una estética que revive la de la década de los 90 y los 2000 y que han subido a la pasarela firmas como Balenciaga en versiones anchas, Chanel con charms colgantes y también Alexander Mcqueen o MSGM.
«Uso aros constantemente en mis trabajos, sobre todo, en catálogos de bañadores, porque suben cualquier estilismo», explica Fran Marto, estilista de los programas televisivos Flash Moda y Vanidad. Supermodelos como Irina Shayk o Linda Evangelista han optado por incluir esta pieza en su último trabajo para Tissa Fontaneda.
¿La clave?
Sobre el enigma de por qué este tipo de complemento sobrevive a otros muchos podría encontrarse su capacidad para favorecer cualquier tipo de rostro, además de su versatilidad, y así lo explica Piluka Echegaray, experta en imagen personal y que considera esta pieza esencial para equilibrar las proporciones de cualquier rostro.
«Los pendientes de aro dan volumen donde conviene. Para el rostro alargado ofrecerán volumen en la zona de la mandíbula, que es justo lo que le falta a ese tipo de caras para acercarlo a lo que el cerebro percibe como el rostro más atractivo, el de forma oval» indica la experta. Por otro lado, para Echegaray «unos aros pequeños, en un material de un solo tono serán muy juveniles y favorecedores para cualquier tipo de rostro».
Parece claro que el aro cala a pie de calle, más allá de grandes estilismos y pasarelas, prueba de ello son las cifras de la firma de joyería Agatha París, una de las más consumidas en España.
«Uno de cada tres pendientes que vendemos es un aro o criolla, como nosotros las llamamos», explican desde la firma. El motivo -argumentan- se debe a que esta pieza «se percibe como un básico»: «Quien prueba una criolla siempre vuelve a ella», dicen sobre la fidelidad por los aros frente a otras formas que van y vienen en función de las tendencias.
Frente a los modelos XL, como los firmados por el español Juan Vidal y que el consagrado estilista Fran Marto incorpora en su último trabajo, también marcan tendencia la mezcla de materiales plateados y dorados, además de algunos modelos repletos de gemas coloridas, que dan «luz al rostro», según Echegaray.
En esta línea trabaja también Lisi Fracchia con el modelo reversible de su colección Bahianas, con 24 gemas diferentes en cada aro, mitad en oro amarillo y mitad en oro blanco, prueba de una versatilidad que encumbra este pendiente como el más universal.