Javier Cordón es un hombre al que hace 25 años le donaron un riñón que provenía de una persona que previamente había fallecido. «Recuerdo la noticia con emociones encontradas. Por una parte alegría y por otra tristeza porque tuvo que fallecer una persona para que yo tuviera un riñón», indica.
Ha querido lanzar un mensaje de «agradecimiento total» a la familia de esta persona fallecida porque «todo el proceso salió bien».
Asegura que la glomerulonefritis te cambia la vida. Tenía 22 años, trabajaba y tenía una vida prácticamente normal pero «cuando caes enfermo hay muchos factores que hay que tener en cuenta». «Te dicen que tienes que ir a hemodiálisis durante tres horas y media o cuatro horas unos tres días a la semana, la empresa te despide porque no puedes rendir en el trabajo, y apenas sales con los amigos, por lo que no estás bien», explica.
A pesar de esto, cuenta que uno se tiene que amoldar a la situación. En su caso, destaca que tuvo la suerte de tener grandes amigos que le iban sacando de casa. «Hasta que te trasplantan tienes una vida un poco esclava a la máquina», sentencia Cordón.
Por otro lado, cuenta que esta vivencia le cambió su forma de ver su vida. «Vi que la única forma de contribuir al acto tan generoso de donación fue que otras personas tuviesen la ayuda que tuve yo», asegura. «Ahora valoro mucho más el rato con los amigos, la familia y cuando estoy en la calle», añade.
Subraya que La Rioja es muy solidaria en este campo. Agradece a las familias que en ese momento tan trágico opten por donar.