Miguel Rodríguez: «Los agricultores nos unimos como un equipo»

El Día
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Subió a 2ª B con SDL y jugó en 2ª RFEF con UDL 'B' y Racing Rioja pero el lateral de la Oyonesa muestra su perfil más reivindicativo para sumarse a las tractoradas en defensa del campo riojano

Miguel Rodríguez los fines de semana juega en la Oyonesa pero por la tarde, entre semana, se sube al tractor para trabajar en las fincas familiares. - Foto: Óscar Solorzano

os fines de semana, acostumbra a correr la linde, del terreno de juego. Pero, entre semana, son otras lindes las que le preocupan. Miguel Rodríguez (Sotés, 1994) es un lateral de largo recorrido. Militó en la Sociedad Deportiva Logroñés, con la que ascendió a Segunda B. Renunció a competir en dicha categoría «porque mi madre estaba enferma y quería estar cerca de ella» pero tuvo la oportunidad de jugar en 2ª RFEFde la mano del Racing Rioja y de la UDL'B'. Aguilà le reclutó para el filial. «Mi objetivo era intentar hacerme un hueco en el primer equipo en la temporada 2022-23 pero implicaba tener que pedirme una excedencia y, con un hijo y otro en camino, no quise arriesgar», rememora. 

Desde entonces abandera los intereses de la Oyonesa y, tras el 6 de febrero, defiende a los agricultores riojanos. Miguel Rodríguez es uno más de los trabajadores agrícolas que se han manifestado en las calles y carreteras riojanas. El 26 de febrero no podrá estar en Madrid pero delegará esta representación en su mujer, agricultora como él.

Miguel Rodríguez por la mañana trabaja en el yacimiento de gas de Sotés, por la tarde atiende las 55 fanegas (once hectáreas, es decir, once campos de fútbol) a su cuidado («todas de tempranillo y tinto y solo una de blanco», informa) y, por la noche y en fin de semana, es un futbolista más.

El campo y el deporte rey son sus dos pasiones. «Mi mujer me lo dice», señala consciente de las dificultades de compaginar estas actividades. «Es una vida sacrificada pero de momento puedo con ella», agrega. «Estamos en el inicio de la poda, luego tocarán los herbicidas y el abonado. Ahora es más liviano pero a partir de San Isidro, aunque con el cambio climático se ha adelantado, toca la espergura y, hasta finales de junio, me faltarán horas», se santigua. Compaginar todo no sería posible sin «mi familia, que es muy comprensiva». «Es la suerte que tengo», agradece.

Entre sus labores y sus días, se agregó a la multitudinaria protesta del campo. Se sumó a ella sin descuidar su trabajo («justo tenía vacaciones pendientes») y sus entrenamientos. «Los agricultores de Moncalvillo, con ayuda de compañeros de Badarán, nos citamos en Lentiscares. Nunca había vivido ninguna protesta pero los agricultores nos hemos unido como un equipo. Parecía un vestuario, todos arropándonos», recuerda.

Hijo (su padre es a su vez alcalde de Sotés) y nieto de agricultor asume que son tiempos difíciles: «En casa siempre se ha dicho que un duro es para gastar, otro para invertir y otro para ahorrar.Pero ya no da. Llevamos años en los que se gana muy poco», lamenta. A la venta a pérdidas y la incertidumbre de no saber si venderá la cosecha, se suma la Agenda 2030. Cuando ésta entre en vigor él quizás esté, futbolísticamente, retirado, pero sus requisitos «son muy difíciles de cumplir si queremos que nuestra agricultura sea rentable», denuncia antes de subirse al tractor. La faena no espera.