El plan de última milla limita el paso de furgonetas al centro

R. Muro
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La consultora contratada por el Ayuntamiento extiende el límite de acceso desde Gran Vía y Avenida de Colón hasta el Ebro

Zona planteada para la limitación de acceso a furgonetas - Foto: El Día

Nadie se posiciona en contra del medio ambiente, pero, desde luego, no así. Es la conclusión, a grandes rasgos, del encuentro que el pasado miércoles reunió a una nutrida representación de sectores empresariales con intereses en el centro de la ciudad y la empresa contratada por el Ayuntamiento de Logroño para definir el futuro, cada vez más próximo, del transporte y reparto en la capital riojana, la conocida en el sector logístico como última milla. Encuentro que terminó por caldear los ánimos del empresariado presente en el encuentro y que expresa un contundente rechazo a una propuesta que, en su opinión, influiría negativamente en el devenir de los negocios, fundamentalmente entre el comercio y la hostelería.

El Grupo Consultor Tema, que en principio se desplazó a la capital riojana para recopilar información con el objetivo de concretar la fórmula de las entregas, expuso una propuesta que acota el acceso de furgonetas desde la Gran Vía a la calle San Gregorio, vía paralela al devenir del Ebro.

En concreto, la línea trazada por la empresa madrileña abarca desde la fuente de Murrieta, en la plaza de la Diversidad, hasta Gran Vía, a la altura de Gonzalo de Berceo. Desde ahí, limitaría el acceso por la acera norte de la Gran Vía logroñesa hasta llegar a la avenida de la Solidaridad, y desde ese punto, por avenida de Colón hasta la avenida de la Paz, a la altura de la plaza Consistorial. La limitación de accesos se prolongaría por esta vía hasta avenida de Navarra, continuaría por avenida de Viana hasta el puente de Piedra. De esta forma, una vez en la rotonda ubicada ya a la altura del Ebro, transcurriría por las calles San Gregorio y Norte hasta conectar de nuevo con la plaza de la Diversidad.

La propuesta de la consultora fue trasladada a representantes de hostelería, discotecas, comercio (ópticas, farmacias, fruterías y panaderías, entre otros) además de empresas de distribución de exclusivas de alimentación, transporte y representantes de supermercados y grandes superficies, como Mercadona. 

La idea que baraja Tema es similar a la que ya expuso Jaime Caballero hace unos meses, si bien el concejal de Desarrollo Urbano Sostenible hablaba en su día exclusivamente del Casco Antiguo, con un reparto cuyo centro neurálgico se ubicaría en el sótano del Mercado de Abastos. Por contra, el planteamiento de la consultora extiende así la limitación de accesos a la acera norte de  Gran Vía y avenida de Colón, con lo que quedarían integradas zonas comerciales como las Cien Tiendas, avenida de Portugal y todos los negocios ubicados en las proximidades de El Espolón e incluso del Ayuntamiento. 

De esta forma, la zona acotada acogería una serie de microhubs o pequeños almacenes de carga y descarga desde los que se realizaría la entrega mediante vehículos de emisión cero, fundamentalmente bicicletas. 

El estudio tiñó de un cierto y manifiesto malestar a los sectores representados en la reunión, que pusieron sobre la mesa unas cuantas dudas y, sobre todo, el riesgo de que algún negocio se viera obligado a abandonar la zona ante las dificultades en el reparto. 

Tanto Eduardo Villar, de la Asociación de Panaderos, como Fernando Cortezón, presidente de la Asociación de Comercio, ambas vinculadas a la Federación de Empresas de La Rioja (FER), observan con evidentes dosis de incertidumbre el planteamiento municipal, y en consecuencia el de la consultora madrileña, ya que presenta serias dificultades en «la entrega, por ejemplo, de barriles de cerveza en hostelería o la mercancía que llega a superficies como Mercadona», que mueve una gran cantidad de palets diarios, señala Cortezón. 

De hecho, el máximo responsable de la patronal comercial considera que una iniciativa de estas características «puede adaptarse a ciudades de mayor tamaño, pero no a Logroño». A su juicio, «ya puestos, que se haga en la totalidad de la ciudad», añade.

Actividad en el centro. Más pesimista, si cabe, se muestra Eduardo Villar, quien considera que puede ser la puntilla para que «algunos negocios desaparezcan del centro de la ciudad». El máximo representante de la Asociación de Panaderos de La Rioja ve además otros problemas añadidos como «el reparto en bicicleta en días de mucho calor o con mucha lluvia», apunta. Pero al margen de todo ello,  Villar habla ya de «ciertos problemas actuales para repartir en algunos puntos del Casco Antiguo». 

En cualquier caso, lo que sí quedó patente en el transcurso del encuentro fue un rechazo casi unánime al planteamiento del grupo consultor de Madrid, que cuenta en sus espaldas con una dilatada experiencia en proyectos de movilidad y distribución de mercancías urbanas a lo largo y ancho de la geografía española. Compañía que, durante la reunión, entregó unas encuestas con el objetivo de conocer el volumen, cantidad y peso de la mercancía que se mueve en el centro de la ciudad.

Demanda de consenso. Alguno de los asistentes también expresó su temor a que la solución definitiva que adopte el equipo de Gobierno municipal sea muy similar a la poryectada por la consultora Tema. En este sentido se refieren a la transformación urbana acometida a lo largo de la actual legislatura en céntricas calles de Logroño como Duquesa de la Victoria o Murrieta, entre otras. «Ya hemos visto lo que ha pasado con el programa de Calles Abiertas», señalaron, en referencia a una falta de consenso que demandan ahora para el plan de última milla y, sobre todo, que no se adopten medidas definitivas de espaldas a los negocios implicados, tanto en el centro de la ciudad, como en el Casco Antiguo. Un tema, el de Calles Abiertas, que, sin estar recogido en el orden del día, salió a relucir en el transcurso del encuentro coincidiendo con la incorporación al mismo de  Jaime Caballero. «Entonces se lió», coinciden los asistentes.