La eterna reinvención

Diego Izco (SPC)
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La eterna reinvención - Foto: Alberto Estévez

En una vieja viñeta, durante una entrevista de trabajo, una persona se encaraba al tribunal. Una sola frase ilustraba el dibujo: «Sé que valgo mucho, pero todavía no sé para qué». 

Puede que a Joao Cancelo le siga pasando lo mismo a sus 29 años. Le han dicho que es lateral de vieja escuela o carrilero de la nueva, de esos que viven más tiempo en el campo ajeno que cuidando el pasto del propio; pero también le indicaron que percute muy bien por el carril natural (el derecho) y otros, que mejor por el izquierdo, a pierna cambiada, para tirar esas diagonales hacia dentro que le permiten disparar; porque también le han dicho que tiene alma de extremo, de atacante, y se lo dijeron justo después de colocarle en el mediocampo para organizar el juego, porque tiene visión y salida, y si el rival planifica una vigilancia estrecha al mediocentro, tú te pones ahí y organizas, que tienes buen toque… Y atrapado en este galimatías, Cancelo sabe que vale mucho, pero quizás todavía no haya descubierto para qué y por eso su carrera está basada en reinventarse constantemente. 

Formado en la cantera del Benfica, en apenas seis meses el destino le entregó la mayor de las alegrías (su debut en un amistoso con el primer equipo en julio de 2012) y la mayor de las desgracias: sufrió un accidente de tráfico (5 de enero de 2013) en el que falleció su madre. Cancelo siempre se ha mostrado como un tipo retraído, de mirada triste y apariencia distante, tal vez marcado por la tragedia de aquel día. El talento y la técnica individual eran las de un fuera de serie, el carácter era el del jugador que no termina de 'romper'. 

Con la esperanza de quebrar ese cascarón y avanzar, fichó por el Valencia después de un año a préstamo en Mestalla. Fue creciendo hasta convertirse en uno de los mejores laterales diestros de Europa y en una de las mayores ventas 'che' de la historia: la Juventus pagó más de 40 millones de euros y, casi sin asentarse en Turín, al año siguiente (19/20) el Manchester City le convertía en el lateral derecho más caro de la historia: 65 millones de euros (cifra que solo ha superado, con 68 millones, el traspaso de Achraf Hakimi del Inter de Milán al PSG). 

Adaptación y lío

Allí comenzaba el proceso de gloria e indefinición, donde el luso sabía que valía mucho pero, por 'culpa' de Guardiola, no supo identificar para qué. El catalán no necesitaba un carrilero al uso. El City no era la insípida Juventus de Allegri ni mucho menos aquel caótico Valencia que, en la 'era-Cancelo', pasó por seis manos distintas en cuatro años: Nuno, Voro, Neville, Ayestarán, Prandelli y Marcelino. 

En el Etihad, el portugués se fue diluyendo, alejándose de la cal. Creció como futbolista (se estableció casi como fijo en la posición de interior), pero también rompió el cascarón: en enero de 2023 hubo un grave altercado jugador-entrenador provocado por los pocos minutos que estaba teniendo tras el Mundial de Qatar, tanto que Cancelo salió cedido rumbo al Bayern. 

Ahora, alejado de Guardiola, a pesar del guiño del técnico en verano («Joao es parte del grupo -tiene contrato hasta junio de 2027- y nos ha dado mucho»), intenta reivindicarse de nuevo en Barcelona. El proceso de reinvención continúa en la Ciudad Condal, donde Xavi ya le ha utilizado en varias posiciones diferentes… pero el pasado martes, en la banda izquierda y con una actuación estelar (gol y asistencia), volvió a sonreír. Festejó con rabia el 1-1 propio y con euforia el 2-1 de Joao Félix, y se retiró 'tocado' en los isquios en medio de una gran ovación. Cariño, minutos y victorias, la mejor medicina para evitar crisis y depresiones. 

ARCHIVADO EN: Manchester City