Probióticos por el Pacto Verde

M.H. (SPC)
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Alexandra Díez, investigadora de la UCAV, aboga por el uso de estos microorganismos para conseguir unos cultivos más resistentes y productivos y unos alimentos más sanos y sabrosos sin utilizar productos químicos

Probióticos por el Pacto Verde

'Probióticos, ¿un yogur para las plantas?' es el título del décimo capítulo del pódcast 'UCAV Divulga' que ha lanzado la Universidad Católica de Ávila (UCAV), en el que la profesora Alexandra Díez propone la utilización de probióticos en lugar de sustancias químicas para promover un impacto positivo en el planeta y la salud humana. La profesora de la UCAV defiende esta perspectiva y ha explicado a Cultum cómo los probióticos pueden beneficiar a las plantas cultivadas y al medio ambiente en general.

En primer lugar, hay que aclarar que los probióticos no son más que microorganismos, normalmente liofilizados, pertenecientes a especies que viven habitualmente a nuestro alrededor (o en nuestro interior). Suelen ser bacterias (también hongos) que realizan un papel muy importante para otros organismos superiores, ayudándoles a realizar sus funciones vitales. Muchas personas complementan su alimentación con estos microorganismos para ayudar a las bacterias que de por sí viven en nuestro cuerpo de manera que la salud se vea beneficiada. Díez explica que el ritmo de vida, el estrés o la alimentación que llevamos (falta de productos fermentados en la dieta) no favorecen el desarrollo de estas bacterias, por lo que es bueno echarles una mano.

Algo parecido ocurre con los cultivos, pero en este caso esas carencias suelen ser paliadas con principios activos procedentes de la industria química (fertilizantes, plaguicidas) que, debido a la Agenda 2030 y el Pacto Verde Europeo, están cada día peor vistos y experimentan una creciente cantidad de restricciones. Es por eso que la investigadora de la UCAV ve grandes posibilidades en los probióticos para reducir el uso de pesticidas y abonos sintéticos en los cultivos y además asegura que «conseguirán mejorar la producción, así como las características organolépticas» de los alimentos obtenidos.

Probióticos por el Pacto VerdeProbióticos por el Pacto Verde«Esto beneficiará, por un lado, al planeta, ya que se evitará el uso de fertilizantes, con lo que se reducirán las emisiones gases de efecto invernadero, que a su vez desencadenan el cambio climático; y además, mejorará el valor nutricional de los productos», señala Díez. «El uso de alternativas sostenibles como los probióticos puede ser beneficioso tanto para la producción de alimentos como para el medio ambiente, y al agregar probióticos a las plantas, se pueden mejorar tanto la producción como las características organolépticas de los cultivos».

Alexandra Díez explica que, muchas veces, los suelos tienen nutrientes suficientes para el cultivo, pero adolecen de la capacidad para absorberlos precisamente por falta de vida en el terreno, por la ausencia de estos microorganismos beneficiosos que ayudan a mantener un suelo saludable, aumentan la disponibilidad de nutrientes para las plantas y fortalecen su sistema inmunológico. Como resultado de la aplicación de estas sustancias, «las plantas se vuelven más resistentes a las enfermedades y a las plagas, lo que puede conducir a un aumento en la productividad de los huertos». Además es posible reducir el uso de pesticidas, dado que una planta fortalecida está en mejores condiciones de hacer frente a las agresiones externas.

Díez añade que incluso hay bacterias que favorecen la elongación del sistema radicular, es decir, fomentan unas raíces más largas que, aparte de contar con más superficie para absorber agua y nutrientes, son capaces de llegar más profundo y encontrar humedad cuando las condiciones en la parte superficial del terreno son secas. Se trata de una cualidad que constituye un arma más para luchar contra periodos prolongados de sequía como el que sufre España.

¿Una posibilidad real?

El uso de fertilizantes químicos es responsable de diversos impactos medioambientales y en la salud pública. La fabricación y transporte de estas sustancias son responsables de la emisión de grandes cantidades de gases de efecto invernadero y algunas de ellas tienen la capacidad de contaminar acuíferos o masas de agua superficiales. El problema es que, a día de hoy, son necesarias para mantener una productividad del suelo acorde con las necesidades de alimentos de la población. En cualquier caso, instituciones y empresas de todo el mundo invierten mucho tiempo y dinero en buscar alternativas sostenibles. Y los probióticos bacterianos o promotores del crecimiento vegetal son una de ellas, ya que actúan eficazmente mediante diversos mecanismos como biofertilizantes, biopesticidas o bioestimulantes. Cada vez más, estos productos tienen un gran impacto económico, con una amplia gama de referencias disponible, orientada tanto al agricultor profesional como a los huertos caseros.

Díez deja claro que la agricultura a gran escala podría beneficiarse de estos microorganismos. Reconoce que, a día de hoy, su empleo en la Unión Europea es limitado sobre todo por una razón: la burocracia y la lentitud de la autoridades comunitarias para aprobar nuevas sustancias de uso agrario, algo similar a lo que ocurre con la edición genética. Y, como también ocurre con la edición genética, otros países se están adelantando a la UE y ya los utilizan de manera generalizada, como por ejemplo «Brasil, Canadá o Estados Unidos». Dice que «la legislación es más ágil allí» y las autoridades son más permeables a este tipo de innovaciones que suponen avances para el sector agrario.

En cualquier caso, la investigadora confía en que estas sustancias puedan ser una buena opción para el futuro de la actividad agrícola europea. «Tienen futuro. Cada vez hay más productos de este tipo y más empresas que los fabrican». La mayor parte se vende fuera porque de momento está muy restringido su uso aquí, pero en el momento en que las cosas cambien los agricultores dispondrán de una nueva herramienta para mejorar el rendimiento de sus cultivos reduciendo significativamente el impacto que su actividad causa en el medio ambiente. Diferentes consorcios de bacterias podrán hacer frente a las necesidades de cualquier cultivo.

Sabor y nutrientes.

La posibilidad de reducir el uso de fertilizantes químicos o pesticidas es seguramente la faceta más importante de los probióticos, sobre todo desde el punto de vista medioambiental. Pero no es su único beneficio. Al proporcionar a las plantas una mejor salud, hace que también sean más ricas en diversas sustancias, de manera que pueden aportar más nutrientes a quienes consuman los productos que se obtienen de esos cultivos. Estudios científicos han comprobado que el uso de probióticos aumenta en las plantas el contenido de pigmentos beneficiosos como los carotenoides e incrementa los niveles de metabolitos secundarios como flavonoides (kaempferol), ácidos (ácido cafeico) y otros compuestos fenólicos con actividad antioxidante, lo que ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas y oncológicas en aquellas personas que los consumen.

Pero aunque la salud es muy importante, también lo es disfrutar de lo que se come. Y los probióticos, por su efecto favorable en la salud de las plantas, proporcionan alimentos más sabrosos que los cultivados con las técnicas convencionales. A nutrirse de una manera que podría considerarse más natural, los frutos recogidos se forman y maduran también de un modo más próximo al que se daría en la naturaleza (si los cultivos comerciales existieran en el medio silvestre), por lo que mejoran en cualidades como la textura o el sabor.

Así pues, los probióticos pueden constituir una herramienta más en esta profunda revolución que está sufriendo la agricultura en la actualidad. Menos químicos, más sabor, más nutrientes… Solo queda esperar que la Unión Europea flexibilice las condiciones para su uso y éste pueda generalizarse en el sector.

 

¿Cómo funcionan?

Los probióticos de plantas son definidos por el Consejo Europeo de la Industria de Bioestimulantes (EBIC) como «sustancias y/o microorganismos que, aplicados a plantas o a la rizosfera [zona del suelo cercana a las raíces de las plantas en donde se desarrolla la vida microbiana], estimulan los procesos naturales, mejorando/beneficiando la absorción de nutrientes, la eficiencia nutricional, la tolerancia al estrés abiótico y la calidad del cultivo». Su uso es respaldado por estudios científicos y organizaciones tales como la FAO. La asociación entre el microorganismo probiótico y la planta se da principalmente en el suelo. La estrategia consiste en inocular o estimular el crecimiento de ciertos microorganismos que permitan obtener a la planta un beneficio concreto, como, por ejemplo, fijación de nitrógeno atmosférico (el factor más limitante para los cultivos). Estos microorganismos, normalmente, se encuentran de forma natural dentro de la raíz o en las inmediaciones, creando una serie de complejas interacciones en la rizosfera. Las plantas son capaces de excretar sustancias a través de la raíz y estas sustancias atraen a bacterias, que quieren utilizarlas como fuente de nutrientes para su crecimiento, dando inicio de esta forma a una relación de beneficio mutuo. Su utilización en cantidades adecuadas puede mejorar estas interacciones.