Los pueblos del mapa del lobo pierden 2.642 ovejas en un año

R. Muro
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UPA achaca la merma de 700 cabezas a las muertes originadas por el cánido. El ganadero debe reducir a la mitad el rebaño si hay depredador, dice la central. Agricultura integra a Castroviejo y Torrecilla entre los 45 municipios

Un ganadero de Viniegra, municipio integrado en el mapa del lobo, echa pienso al rebaño. - Foto: Ingrid

Los municipios integrados en el mapa del lobo han perdido en algo más de un año 2.642 ovejas de ovino. Son los datos que refleja la comparativa del censo ganadero actualizado a octubre del presente ejercicio con su precedente de agosto de 2022. Son, en total, 45 localidades ancladas en la sierra riojana en las que se ha detectado la presencia del cánido pero sin que necesariamente se hayan producido ataques al ganado. El mapa del lobo, generado durante la pasada legislatura, permitía acceder a unas ayudas en su momento inéditas y que el año pasado llegaron a 66 explotaciones de ovino y caprino, al margen de los 146 euros por oveja atacada, muerta y certificada tras la dentellada del lobo.

Ahora bien, la merma de 2.642 cabezas de ovino que proyecta la comparativa de los censos ganaderos en municipios afectados por el lobo no se fundamenta exclusivamente en las consecuencias de los ataques del cánido. Un aspecto al que la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de UGT achaca cerca de 700 muertes. 

De la misma forma, siempre en base a la valoración realizada por el sindicato agrario, pueden darse otras causas no relacionadas directamente con los efectos del cánido pero que pueden influir. En este sentido, Néstor Alcolea, secretario de la organización vinculada a UGT, recuerda que «un ganadero en una zona sin presencia de lobo puede hacerse cargo de 700 cabezas, si hay lobo, solo la mitad». 

Considera también que el incremento de los costes de producción tales como pienso o paja, sumado, de nuevo, a la incidencia del cánido, «lleva a los ganaderos a jubilarse o, sencillamente, a quitar ovejas y poner vacas».

Incluso puede influir el hartazgo provocado por jornadas laborales prolongadas con el objetivo de controlar la presencia de manadas o ejemplares errantes cerca del ganado. 

Un cúmulo de circunstancias que conduce a la sierra riojana, de este a oeste, a una reducción considerable de cabezas de ovino. 

Así las cosas, la localidad riojabajeña de Muro de Aguas es la que más cabezas ha perdido en el último año con 1.545 menos. Un municipio que en su vertiente norte limita ya con la provincia de Soria.

Dos municipios más en el mapa. Con todo, el mapa del lobo, integrado actualmente por 45 municipios riojanos, extenderá sus líneas y sumará dos nuevos localidades en su próxima actualización. Torrecilla en Cameros y Castroviejo, dos pueblos en los que hasta hace semanas no se había detectado la presencia de lobo, se incluirán en el mapa tras los últimos ataques a ganado producidos en sus términos municipales.

El vacuno también pierde presencia en la sierra con 236 reses menos

La merma de cabezas que afecta a las localidades integradas en el mapa del lobo elaborado por la Comunidad autónoma de La Rioja durante la pasada legislatura proyecta que la mitad de las 2.642 ovejas menos corresponden a Muro de Aguas. Si bien, no todos los datos ofrecen una lectura negativa. El censo correspondiente a 2022 no refleja ninguna explotación de bovino en el municipio riojalteño de Matute, si bien, en 2003 aparece uno con un total de 766 cabezas. 

Por otro lado, la comparativa relativa al ganado bovino tampoco proyecta un crecimiento de cabezas en base a la afirmación procedente de sindicatos agrarios relativa a que las explotaciones retiran ovejas y ponen vacas. De hecho, los municipios integrados en el mapa del lobo perdieron 236 cabezas de vacuno en algo más de un año. Ahora bien, las localidades de San Román y Lumbreras han sumado una nueva explotación cada una. En el caso del municipio del Camero Viejo es la quinta ya, y suman, entre todas, un total de 562 reses. Sin embargo, pierde peso en términos absolutos 68 cabezas de bovino menos a pesar de contar con una nueva explotación ganadera.