Diez 'picaos' reviven en San Vicente un rito del siglo XVI

El Día
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La lluvia ha obligado a suspender la procesión de la Santa Cena, por lo que esta tradición se ha tenido que celebrar dentro de la iglesia de esta localidad riojana, donde se han arremolinado decenas de personas

Dos de los disciplinantes se flagelan en la iglesia. - Foto: Raquel Manzanares (Efe)

Un total de diez disciplinantes han revivido este jueves la tradición de los 'picaos' en San Vicente de la Sonsierra, donde cada Semana Santa un grupo de penitentes anónimos se flagela para cumplir un rito ancestral que data del siglo XVI. La lluvia ha obligado a suspender la procesión de la Santa Cena, por lo que esta tradición se ha tenido que celebrar dentro de la iglesia de esta localidad riojana, donde se han arremolinado decenas de personas, entre ellas, el presidente del Gobierno riojano, Gonzalo Capellán.

El portavoz de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, José Ramón Eguíluz, ha recordado a EFE que, hasta el comienzo de este rito, no se sabe el número exacto de disciplinantes que participan en esta penitencia, que se repite en otras tres ocasiones durante la Semana Santa. Los 'picaos' mantienen en secreto su identidad y los motivos que les llevan a participar en esta tradición, que cumple con un ritual fechado en 1551 en los estatutos de esta cofradía, considerada una de las más antiguas de España, según Eguíluz. Por ello, solo se permite flagelarse a varones mayores de edad, bien cofrades, o católicos que presenten un certificado de su párroco en el que se acredite su sentido religioso.

Arropados por un padrino Cada 'picao', arropado por un cofrade veterano que le acompaña y guía como "padrino" durante su penitencia, se ha vestido con una capa marrón sobre una túnica de lino blanco, que cubre el rostro para mantener su anonimato, pero que deja la espalda descubierta. Los disciplinante han utilizado como flagelo una "madeja" de unos 60 centímetros realizada con cuerdas de hilo natural entrecruzado y cuyo peso oscila entre 850 y 950 gramos. Durante el rito, los 'picaos' han llegado a infligirse hasta un millar de golpes a ambos lados de la espalda desnuda, al ritmo que decide cada uno, durante unos 45 minutos. "El secreto de la disciplina es elevar correctamente los brazos para que la madeja caiga sobre las lumbares. Existe algún problema cuando el 'picao' se cansa y la arrastra sobre el hombro, que acaba dañado", ha explicado Eguíluz.

Pinchazos para evitar molestias Una vez concluida la penitencia, un "práctico" de la cofradía ha acudido a "picar" la piel en la zona lumbar con una "esponja", un utensilio de cera virgen que tiene incrustados seis cristales en forma de estrella. El objetivo de estos pinchazos es conseguir que brote un poco de sangre que evite las formación de un cardenal y eliminar molestias posteriores a los penitentes, ha relatado el portavoz de la cofradía. Finalizada la penitencia, los diez 'picaos' y sus padrinos han regresado a la sede de la cofradía, donde les han lavado las heridas con agua de romero hervida, que consigue descongestionar la piel. Las mujeres pueden realizar también penitencia como 'Marías', de modo que dos de ellas han participado este acto descalzas, vestidas de negro y con el rostro tapado por puntillas para preservar su anonimato. Esta tradición se repite a las 23:00 horas, durante la Hora Santa, también dentro de la iglesia, y mañana, Viernes Santo, tras el Vía Crucis matinal al Calvario y durante la procesión del Santo Entierro de la tarde. Desde 2005, los 'picaos', cuentan con la declaración de Fiesta de Interés Turístico Nacional y en 2016 fueron declarados Bien de Interés Cultural (BIC).