"La pobreza severa se intenta ocultar"

Gustavo Basurto
-

Juan Carlos Fernández Ferraces (Santo Domingo de la Calzada, 1974) acaba de tomar el testigo de la presidencia del Banco de Alimentos de manos José Manuel Pascual Salcedo, aunque este abogado conoce bien la entidad, de la que es voluntario desde 2006

Juan Carlos Fernández Ferraces, en las instalaciones del Banco de Alimentos. - Foto: Óscar Solorzano

Tal vez porque la necesidad no admite rodeos o quizás por la costumbre, como letrado, de manejar alegatos escuetos y rotundos, lo cierto es que el nuevo presidente del Banco de Alimentos de La Rioja huye de circunloquios. Y pone sobre la mesa algunos mensajes nítidos: la pobreza es real, está cada vez más próxima a personas en situación normalizada, paliarla es responsabilidad de todos y el nuevo sistema de tarjetas monedero de la UE dejará a miles de potenciales beneficiarios fuera del reparto de alimentos. 

Usted no es un neófito. Es voluntario del Banco de Alimentos desde 2006 y ocupaba la vicepresidencia desde hace diez años.  ¿Prevé cambiar cosas en la entidad?

Seguiremos con la misma línea, porque la que se ha seguido desde nuestro primer presidente, hasta el cuarto, que ha sido José Manuel (José Manuel Pascual Salcedo, que ahora ocupará la vicepresidencia) ha sido continuista en el sentido de lograr más alimentos por todos los métodos. Tenemos una meta: volver a unos ratios de unos 150 kilos por beneficiario. Actualmente estamos en torno a 121 y ha decrecido mucho. El gran reto es volver a tener 1,5 millones de kilos de donaciones al año para unos 10.000 beneficiarios. En 2019 fuimos capaces de repartir 147 kilos por beneficiario en La Rioja y en los últimos cuatro años ha ido disminuyendo. Eso tiene un montón de causas, pero significa que estamos fracasando como sociedad, si no somos capaces de dar alimentación digna a nuestros 10.000 beneficiarios.  

Al tomar posesión, apuntó que el 6,7% de la población riojana vive con carencia material y social severa. Da la impresión de que el ciudadano medio no lo percibe. ¿Hay una pobreza oculta?

Hay dos grandes cuestiones que no se ven a nivel social: la muerte y la pobreza. Y no solo la de la persona que está en la calle, sino que hay una carencia de medios materiales con los que sobrevivir. Esa pobreza severa es la que no se ve y se intenta ocultar sistemáticamente. Todo la sociedad tiene que entender que existe.

¿Por qué dice que se intenta ocultar la pobreza?

Es un tema que no resulta agradable, porque la pobreza es un fracaso social y como tal no gusta mostrarla y no está en ninguna agenda política de primer nivel. Muchas veces las actuaciones solidarias están más focalizadas en el Tercer Mundo ante una gran catástrofe o un terremoto, pero la pobreza continúa, larvada en nuestra sociedad.

Varias organizaciones benéficas apunta a una nuevo tipo de pobres, personas que tienen trabajo pero que no llegan a fin de mes. ¿Ustedes también lo perciben?

La pobreza es poliédrica, porque tenemos problemas en tres líneas: vivienda, medios energéticos y alimentación. Cuando hay un incremento en el precio de los alquileres hay que reducir de otras cosas. La pobreza se está cronificando y aparece esa categoría de los trabajadores pobres, es decir, personas que tienen un trabajo, quizás con unas condiciones más precarias, y que no pueden sobrevivir si no es con líneas de ayudas o acudiendo al tercer sector. Eso se está produciendo y va a incrementarse en el tiempo. 

¿Pronostica un agravamiento de la situación en los últimos años?

Nosotros llevamos en torno a una década asistiendo a unas 10.000 personas. ¿Cómo es posible que La Rioja no sea capaz de reducir esa cifra a 8.000? Eso significa que se está cronificando, porque se están perdiendo los niveles de empleo y otros factores que dificulta mucho que ese grupo de personas sean capaces de salir de esa situación. Eso solo se puede conseguir aumentando los niveles de empleo de forma muy significativa. El problema es que la sociedad está desequilibrada, en el sentido de que vemos grandes ratios en la macroeconomía, pero en la micro no se ve en el día a día.  

Recientemente la Unión Europea ha hecho sus previsiones de crecimiento y situaba a España en cabeza. ¿No se traslada eso a las capas más desfavorecidas?

Entre otras cosas, se están incrementando categorías de trabajos precarios, a tiempo parcial, en economía sumergida...Esos crecimientos de la macroeconomía no afectan a lo micro, y nosotros estamos en un nivel muy micro, en las capas más desfavorecidas de la sociedad riojana.

La última Gran Recogida de alimentos fue un 20% inferior a la de 2022, que tampoco fue buena. ¿Qué perspectivas hay para 2024?

El año pasado hubo un descenso, pero tenemos que enfrentarnos a la realidad de que las donaciones están bajando, lo que achacamos al coste de los alimentos. Si la cesta de la compra se ha encarecido un 20%  en los últimos años para todo el mundo, el que antes donaba cinco kilos, ahora dona cuatro. Esperamos que conforme la inflación vaya bajando, volvamos a los niveles (de donación) que teníamos. Hacemos un llamamiento, porque esa inflación a quienes más afecta a es a las personas a las que asistimos. 

Más inmediata será la Operación Primavera, que realizarán este viernes y sábado. ¿Qué reto se marcan con esta convocatoria?

Intentar llenar el Banco de Alimentos. 

¿De dónde procede el grueso de los recursos del Banco de Alimentos?

El 68% viene directamente de la sociedad riojana, es decir, de empresas y de donaciones de particulares o de grupos. Y en eso hay que decir que somos de los bancos de alimentos más importantes de España, de lo cual me enorgullezco. Con respecto a otras comunidades autónomas, duplicamos esos ratios. El 15% venía de programas europeos, que ahora ya no vamos a contar con ellos;y otro 15% llega de mecanismos de intervención de frutas y verduras.

El cambio en el reparto de fondos europeos ha sido recibido por los bancos de alimentos como una gran amenaza. ¿Lo sufren ya?

Se ha consumado ya. En la última década, nosotros recibíamos (al año) en torno a 300.000 kilogramos de comida y esos alimentos no se van a recibir ya. Eso se ha perdido y ha sido sustituido por un sistema de tarjetas monedero, con sus pros y sus contras. A nosotros no nos gusta, porque busca quitar las colas del hambre, pero ha creado personas con necesidades alimentarias de primera y de segunda. Y a estas últimas personas se les manda a las entidades sociales. Calculamos que con las tarjetas monedero se va a dejar de atender al 80 por ciento de las personas, porque el programa no ha sido dotado suficientemente desde el punto de vista económico. 

A priori, parece que si el dinero de la UE para alimentos no se recorta, acabará llegando a los beneficiarios, aunque sea de otra forma.

Antes, el mismo dinero servía para comprar alimentos a precios de fabricante. Ahora, eso va a ser sustituido por unos beneficiarios que van a comprar a los centros comerciales y, como condición, tienen que tener hijos a su cargo, con lo cual ya se quita a un montón de personas que no tendrán las tarjetas monedero. Entendemos que el sistema es ineficaz, porque para que fuese correcto tendría que estar  mucho más dotado económicamente. Nos hemos quedado a medias, porque no se han eliminado las colas del hambre y el sistema no va a llegar a todos. 

En La Rioja, ¿a cuántas dejará fuera el nuevo reparto con tarjetas?

Estimamos que si desde el Banco de Alimentos atendíamos a unas 10.000 personas y otra cantidad equivalente por parte de Cruz Roja, unas 10.000 o 12.000 personas se quedarán fuera del sistema, porque no recibirán la tarjeta y por tanto de fondos públicos europeos no recibirán ni un kilo de alimentos. ¿Dónde va a acudir?;evidentemente, a las entidades sociales. Y el problema para nosotros es que nos han quitado 300.000 kilos de comida. 

¿Cómo cubrirán ese déficit para poder mantener el volumen de alimentos que tenía el Banco?

Con la solidaridad riojana. No nos queda más remedio que confiar en que seamos capaces de cubrir, en parte, esas necesidades. 

¿Harán alguna campaña especial para apelar a esa solidaridad?

Más que campañas, debemos tener todos la conciencia de que las necesidades alimentarias son 365 días al año. No se trata de dar un aldabonazo solidario en Navidad, porque el problema es que estas 10.000 personas comen todos los días. Como sociedad, debemos acostumbrarnos a hacer la compra pensando que hay alguien más en casa y a ese alguien se le puede transmitir la ayuda a través de cualquier entidad, incluido el Banco de Alimentos. 

¿Y cómo se puede colaborar, más allá de donar en la Gran Recogida o en la Operación Primavera?

Con donaciones individuales a través de Bizum, hacer compra y traerla al Banco de Alimentos...Cualquier sistema es bien recibido. Lo que hay que tener es la conciencia de que esto es un problema diario, que además se ha cronificado. 

¿Hay visos de que la UE reconsidere el nuevo sistema de reparto?

En principio, los programas europeos son a cuatro o cinco años. Ojalá nos equivoquemos y posteriormente se pueda mejorar mediante otros mecanismos, porque el Banco de Alimentos no cree que el sistema de tarjetas monedero sea incorrecto, lo que es incorrecto es tal cual está configurado. Hay países que lo hacen con tarjetas monedero y no plantea problemas.

¿Y cómo lo hacen?

Asisten al cien por cien de las personas con necesidades, lo que significa incrementar notablemente los presupuestos. Aquí, el mismo presupuesto sirve para dar tarjetas monedero para adquirir en centros comerciales, cuando antes el Estado compraba alimentos y los entregaba; evidentemente los márgenes son diferentes. Quienes tengan la tarjeta monedero harán la compra en los tres centros que han sido elegidos al mismo precio que el resto, con lo cual hay unos márgenes que se están perdiendo, por eso decimos que el sistema es económicamente ineficaz.  

¿Han mantenido conversaciones con el Gobierno de La Rioja o el Ayuntamiento de Logroño para ver si pueden ayudar a compensar a quienes no reciban la tarjeta?

Estamos en conversaciones y suponemos que tomarán medidas al respecto. Tenemos que reconocer que el Banco de Alimentos siempre hemos sido una organización muy escuchada; no tenemos queja de las administraciones públicas. Eso nos permite ser agradecidos y a la vez críticos, cuando tenemos que serlo. 

¿Hay que asumir que habrá siempre una pobreza estructural, que ustedes seguirán siendo necesarios?

El ideólogo de los bancos de alimentos fue un estadounidense que allá por los años 70 creó el primero; y en su tumba hay un epitafio que dice: 'La pobreza es inevitable, el hambre no'. Y esto nos debe hacer reflexionar. Hay una parte de la sociedad que no tiene alimento y el resto tiramos 65 kilos al año, por lo que hay un desperdicio impresionante. La pobreza va a estar, pero no debe ser por carencia de alimentos, porque esta sociedad tiene de sobra. La obesidad es un problema del primer mundo y sin embargo hay otra parte con carencia alimentaria. Es un sinsentido inadmisible. No es problema de recursos, sino de reasignación.  

¿Que sean necesarias las entidades benéficas evidencia una carencia de los servicios sociales oficiales?

Más que una carencia en los servicios sociales, lo que existe es un déficit estructural de recursos destinados a este tipo de carencias. Los presupuestos tienen limitaciones y a partir de ahí es un poco cuestión de perfiles políticos, de dónde poner el foco. Si priorizamos a unos grupos sociales sobre otros, al final tienes que elegir. ¿El Estado podría hacerlo mejor? Posiblemente sí. Frente a los problemas sociales solo cabe o sociedad civil o Estado y como ciudadanos podemos requerir al Estado que haga lo que tiene que hacer. Y ahí también está el Banco de Alimentos para recordar a las administraciones públicas lo que tienen que hacer, pero lo que no puede hacer el resto de la sociedad riojana es no hacer nada. Las organizaciones del tercer sector llegamos a donde el Estado no llega. Ninguna querríamos estar; el día que desaparezca la necesidad, desapareceremos, con el sentido del deber cumplido.

¿La pobreza es un fenómeno urbano o también afecta al medio rural?

Hay más dificultades en las ciudades, porque las redes sociales en el entorno rural funcionan mejor, por cercanía. No es lo mismo dar de comer a un vecino al que no conocemos de nada en nuestros edificios que a otro que tienes al lado en un municipio de 50 habitantes. Ahí las redes vecinales funcionan y eso no ha sido trasladado al ámbito urbano. 

¿El Banco de Alimentos de La Rioja tiene alguna singularidad?

Que tenemos unos ratios de reparto muy elevados. Somos un banco mediano en España, pero en ratios de kilos por año somos de los que más distribuyen. Y eso significa que podemos acreditar la solidaridad riojana. 

¿Y en el perfil de las personas que reciben alimentos del Banco hay diferencias con otras regiones?

Tenemos que olvidarnos de hablar de perfiles de pobreza vinculada a inmigrantes, a familias monoparentales...Todo eso ha cambiado. Pasar de una situación normalizada, es decir, tener empleo, tener una casa, etcétera, a una situación de pobreza, cada vez se reduce más. Hoy en día, una pérdida de empleo de una persona normalizada significa que unos meses o unos años después está en situación de pobreza. El riesgo de pobreza está muy cercano a personas con una vida normalizada.