Un telón de sube y baja

Bruno Calleja Escalona
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El Teatro Moderno, luego reconvertido en cine, cumpliría hoy 110 años si el fuego no hubiera precipitado su derribo. Su sucesor cerró en 2020, pero el sueño de reabrirlo sigue vivo

Imagen del edificio del Teatro Moderno, proyectado por el arquitecto Quintín Bello. - Foto: Colección Bruno Calleja Escalona

El cine Moderno fue durante mucho tiempo uno de los referentes culturales logroñeses. Su emplazamiento, en pleno corazón capitalino, y su historia hacen de él un lugar querido por muchos ciudadanos, que a día de hoy confían en que pueda reabrirse. La plaza Martínez Zaporta, donde se asientan las salas cinematográficas, cerradas desde 2020, fue siempre un lugar relevante. Casi enfrente tenía su taller en el siglo XVI Arnao Guillén de Brocar, reconocido impresor que trabajó con Nebrija. Fue tal su importancia que la calle se llamó Calle de la Imprenta.

El 31 de octubre de 1912, el propietario del inmueble, Francisco Martínez Zaporta, solicitó al Ayuntamiento los permisos para levantar un nuevo edificio en esa calle. Lo que entonces nació como Teatro Moderno fue concebido según un proyecto del arquitecto Quintín Bello en 1913. Abrió el día 18 de septiembre, por lo que precisamente hoy cumpliría 110 años.  La función inaugural, La noche del sábado, fue un rotundo éxito. El teatro tenía 500 butacas en el patio, notable cifra para la época. Pronto, el Teatro Moderno estuvo en condiciones de competir con el Bretón. De hecho, se turnaban cuando uno u otro cerraba por vacaciones.  El 11 de agosto de 1927 se sentó en una de sus butacas Miguel Primo de Rivera. En su escenario actuaron importantes compañías y artistas de prestigio mundial. Uno de los actos que acogió fue un festival de jotas.

En 1945, se reformó el edificio para añadirle un nuevo uso, el cine. Pronto se empezaron a proyectar películas de toda clase, con buena aceptación popular. Poco a poco, las actuaciones escénicas fueron quedando relegadas a los Sanbernabés y a los Sanmateos. 

El 31 de marzo de 1991 se proyectó El Padrino III, última cinta que se vio en su sala, pues en la madrugada de ese día un incendio dañaba el escenario y alguna fila de butacas y provocó su cierre. Su popularidad había sido tal que surgió un movimiento ciudadano contrario al derribo del edificio de Quintín Bello, aunque en mayo del año 2000 la piqueta acabó con él. Dos años más tarde, sobre el mismo solar se levantaron los Cines Moderno, que dieron la bienvenida a los espectadores con la película Spiderman. 

Tras años como las salas cinematográficas más céntricas de la ciudad, los Moderno cerraron en 2020. Como antaño, una plataforma ciudadana reclama ahora su reapertura para usos culturales.