El decrépito presidente norteamericano parece en ocasiones no acordarse ni siquiera de sí mismo. De haberlo hecho, quizás no se hubiera unido al aquelarre encabezado por Maduro y López Obrador de intentar arrastrar por el fango la impronta española en América. Pues fue siendo vicepresidente con Barak Obama, cuando EEUU, en un gesto de justicia y reconciliación con la verdad histórica, reconoció el papel hispano y la contribución esencial y extraordinaria de la corona española para que pudieran lograr su independencia.
Hubo que aguardar más de dos siglos, ciertamente, pues según probaban sendos documentos suscritos en 1783 tras la victoria en Pensacola de Bernardo de Gálvez contra los ingleses, que acreditaban el reconocimiento del Congreso de los Estados Unidos, se había aprobado honrarlo con un retrato suyo en el Capitolio. Aquello cayó en el olvido pero, desempolvado y tras ser ratificado de nuevo en la Cámara de Representantes de EEUU, se procedió a hacerlo y, por orden directa del presidente Obama, colgar el cuadro, copia del de Mariano Salvador Maella en las paredes del Capitolio donde sigue estando. Seis días después, la Administración norteamericana y con la firma de Obama y la resolución conjunta de Congreso y Senado se le concedía al ilustre militar español la ciudadanía honoraria. Habían pasado 229 años desde la independencia norteamericana y solo se habían acordado del francés Lafayette, que fue más bien a figurar, pero bien estuvo. Ahora Biden, en su senectud, lo ha olvidado y se ha unido al linchamiento contra España.
Hay mucha historia que desconocemos, pero esta lo es quizás más que ninguna. A pesar de no ser la más lejana y ser determinante en el nacimiento de quien se iba a convertir en la mayor potencia del mundo. Pero que entonces luchaba por independizarse de la corona británica y estaba contra las cuerdas. Y de no ser por España, hubiera, al menos en aquellos compases, caído derrotada.
El héroe de Pensacola y virrey de Nueva España.Bernardo de Gálvez era por entonces gobernador de la Luisana, donde había llegado enviado por su tío poderoso ministro de la Indias, José Gálvez Nueva España y donde tras convertirse en mano derecha de su antecesor, Luis de Unzaga, y casarse con la criolla francesa Felicité Saint-Maxent de la Roche, hermana de su mujer, sustituirlo en el cargo.
La Luisiana había llegado a posesión española como compensación francesa por haber tenido que entregar España La Florida a los ingleses tras la Guerra de los Siete Años, perdida por los galos, nuestros aliados. Gálvez siguió como su predecesor una política de acercamiento tanto a los criollos franceses, como a los indígenas e, incluso, con la población negra a la que permitía comprar su libertad y dejar la esclavitud.
Era un militar ya muy fogueado y cuando estalló la sublevación de las colonias contra la corona inglesa supo qué hacer desde un primer momento. Aunque, manteniendo una aparente neutralidad, comenzó a tener estrecha relación y prestar, encubiertamente todo el apoyo que podía a la causa de norteamericana, llegando a tener una especial relación de amistad con el mismo George Washington, que lo apreciaba mucho y personalmente.
Fue preparando sus defensas, consiguiendo algunos refuerzos desde la península y Canarias y el creciente apoyo de negros e indios. Así que cuando tres años después, en 1779, se produjo la declaración de guerra contra Inglaterra, aunque contaba con pocos hombres, estaba preparado.
Sabiendo que los ingleses iban a lanzarse contra él, se les adelantó y en una maniobra que parecía imposible, pues había que atravesar una enorme extensión de impenetrables y traicioneros pantanos, fue él quien atacó a las guarniciones inglesas del Misisipi.
Dejando tan solo a la milicia para defender Nueva Orleans, partió el 27 de agosto con 667 blancos, negros y mulatos a los que se unieron 170 indios a través de las tierras pantanosas y logró atravesarlas para caer sobre el puesto británico de Manchac cuyos estupefactos defensores se le rindieron sin presentar combate.
Desde allí, se dirigió hacia Baton Roouge. La conquistó tras duros combates y para finalizar su triunfal expedición tomó el estratégico fuerte de Punmure, 200 kilómetros aguas arriba del gran río y que dominaba toda aquella área. Los ingleses, que estaban poniendo contra las cuerdas a Washington a quien tenían acorralado, hubieron de retirar buena parte de sus tropas para taponar aquel imprevisto flanco, lo que permitió al jefe americano salvar su apurada situación. Al tiempo, sus tropas en Georgia y Carolina pudieron recibir suministros a través de río Misisipi que había quedado abierto para sus barcos y vedado a los ingleses.
Golpe a la moral británica
Gálvez volvió triunfante a Nueva Orleans y metido ya de lleno en la contienda preparó su ataque a Pensacola, en Florida, como parte de la estrategia común con el ejército norteamericano, al tiempo que la armada española bloqueaba la llegada de armas y refuerzos para las tropas inglesas. Huracanes, imprevistos y contratiempos retardaron la campaña pero al final pudo ponerse en marcha en 1781 y en el mes de febrero tener a su alcance la ciudad. Tras duros combates consiguió derrotar a los ingleses y apoderarse de ella el 8 de mayo, lo que supuso un fortísimo golpe para la moral británica que decayó ya de manera definitiva al llegar la noticia, devastadora para su causa, de que el almirante español Luis de Cordova, había capturado cerca del cabo de San Vicente, al otro lado del Atlántico un gran convoy inglés que era casi su última esperanza.
El veterano marino, alertado de su salida de las islas británicas, salió a su encuentro cuando ya se adentraban tras costear por aguas portuguesas en mar abierto. De 55 navíos que lo componían se apoderó de 52 y capturó 80.000 mosquetes, 3.000 barriles de pólvora y casi el mismo número de prisioneros de los cuales la mitad eran militares que iban a reforzar las tropas inglesas.
Se tuvo por muy cierto que aquellos dos desastres aceleraron el final de la guerra de la Independencia que no tardó en producirse con el triunfo de los colonos norteamericanos. Para España supuso la recuperación de la Florida, amen de bastantes posiciones en el Caribe. Gálvez había tomado también Providencia (Bahamas) y dejado solo Jamaica en poder inglés.
Por ello, y aunque se tardará 229 años en hacerse efectivo, Gálvez fue considerado por los Estado Unidos de América como un Padre de la Patria y como tal está colgado su retrato en el Capitolio junto a todos ellos. Por ello, quizás Biden se hubiera hecho un gran favor callándose.
Bernardo de Gálvez había nacido en 1746 en la pequeña localidad de Macharaviaja (Málaga) de familia hidalga que ocupó puestos muy relevantes en América, pues su tío José de Gálvez fue ministro de Indias y su padre, Matías, virrey de la Nueva España.
Comenzó muy joven su carrera militar, pero lo hizo como cadete en un regimiento francés, en la campaña hispano-gala contra Portugal durante la Guerra de los Siete Años lo que le permitió dominar la lengua francesa que tan útil le sería luego en la Luisiana y ascender rápidamente a teniente en el del Regimiento Royal Cantabre con quien libró sus primeros combates en la fracasada invasión del país vecino aliado de los ingleses.
Lucha contra los apaches
Acabada la guerra, marchó a América en 1769 merced de nuevo a su poderoso tío y allí fue destinado a la zona de Chihuahua donde se curtió en duros combates contra las tribus apaches, de los que admiró su capacidad guerrera y su inaudita resistencia. Hubo de apoyar al que entonces era su tío, quien tenía el cargo de visitador general y al que aprovechando una enfermedad, intentaron desposeer de su cargo. Su ayuda consiguió que se repusiera y que el virrey encarcelara a los conspiradores. Tras ello, volvió a la lucha contra los apaches ya ascendido a comandante en la zona de Sonora. Durante los años 1770 y 1771, fueron numerosos los enfrentamientos con las partidas apaches, resultado gravemente herido en uno de ellos, de flecha en un brazo y de lanza en el pecho, sobreviviendo de milagro.
Su tío regresó por entonces a España e hizo que su sobrino lo hiciera también y allí gracias a los oficios de otro de sus tíos, Miguel, miembro de Consejo Supremo de la Guerra, ocupó diversos destinos, participó en la malhadada operación de Alejandro O. Reilly contra Argel, en la que volvió a ser herido. Su negativa a retirarse de la batalla le supuso un nuevo ascenso, a teniente coronel, y ya recuperado fue cuando de nuevo por mediación de su familia y de O. Reilly se le envió a la Luisiana como coronel, un ascenso más que se unió a poco con el de gobernador interino de la provincia y más tarde ya al mando con pleno derecho de la misma (1776).
Tras sus éxitos en tal desempeño y la guerra de Independencia Norteamericana, amén de su recuperación de la Florida, Gálvez regresó a España, donde se le otorgó el título de conde, asesorando al gobierno en los asuntos referentes a recién constituido y pujante nuevo país. En 1785, fue nombrado capitán general de las Floridas a las que también se añadió Cuba. Tras el favorable tratado de Versalles que confirmó la vuelta a dominio español de la Florida y tras pasar de nuevo por España retornó a América como Gobernador y capitán General de Cuba en 1784 pero al año siguiente fue nombrado Virrey de la Nueva España, en sustitución de su propio padre Matías que ocupaba el cargo y estaba impedido por enfermedad. Siguió manteniendo, a petición de la población, la gobernación de la Luisana.
El peor de los problemas a los que se enfrentó fue una terrorífica hambruna por gran parte del virreinato, tras asoladoras sequías que arruinaron las cosechas. Se empeñó cuanto pudo en intentar paliar la necesidad de las gentes pero fue grande la mortandad, se calcula que cerca de 300.000 personas fallecieron por esta causa en 1785. Al siguiente mejoró la situación y acometió grandes obras públicas para dar trabajo a los más necesitados. Entre ellos, comenzó la construcción del Palacio de Chapultepec, actual Museo Nacional de la Historia de México. Favoreció en todo lo posible la situación de la poblaciones indígenas de la frontera norte que había conocido y procuró alianzas con sus antiguos enemigos apaches. Aunque no pudo ver sus frutos, estos llegarían a su muerte, a causa de la disentería amebiana contraída en los pantanos de Luisana en su marchas por los pantanos, con la creación de unidades, como los famosos Dragones de Cuera, que pacificarían el territorio.
Ilustrado
Fue un hombre ilustrado, sensible a los movimientos que comenzaban a emerger en Europa y, en especial, en Francia. Intentó una reforma del ejército virreinal dando los mismos derechos a la oficialidad ya nativa del virreinato que a la venida de la península y apoyó las expediciones científicas, en particular la botánica a Nueva España de Sessé y Mociño que llevó a España un completísimo catálogo de diversas especies de plantas, aves y peces.
No le dio tiempo a más. Falleció de Tacubaya el 30 de noviembre de 1786. De su esposa, la criolla Felicite, tuvo tres hijos, el último una niña, Guadalupe nació una semana después de su entierro.
Al cuadro en el Capitolio se une también una estatua junto a las Estatuas de los Libertadores en Washington D. C. Galveston, Texas, la Bahía de Galveston, el Condado de Galveston y Gálvez (Luisiana) llevan su nombre Spanish Plaza, en el centro de Nueva Orleans, tiene una estatua ecuestre suya y una calle a su nombre así como una plaza en Baton Rouge.