Aún hay quien me pregunta si su mujer paga la mitad por entrar

El Día
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Isabel de Felipe debutó en la taquilla con el Iberpop y está a punto de cumplir cuarenta años en un oficio condenado a la desaparición y en el que «se está perdiendo el trato humano con el cliente»

La taquillera Isabel de Felipe abre la puerta de su despacho en el Adarraga. - Foto: Óscar Solorzano

En 2024 cumplirá 40 años en un oficio que, guste o no, tiene los días contados. Isabel de Felipe (Soria, 1962) se estrenó como taquillera en el Iberpop y, desde entonces, no hay espectáculo que no pase por sus manos. Ha trabajado entre otros para el Ciudad de Logroño y el Clavijo aunque, desde hace mucho tiempo, Promociones Musicales Iregua y Aspe Pelota son sus principales clientes. «Por coincidencias he tenido que elegir y me he quedado», informa, «con las empresas con las que más a gusto estoy». 

Con cuatro décadas de ejercicicio profesional a sus espaldas sabe que le han colado cuatro billetes falsos «que aun conservo» y que son legión los que intentan pasarse de listos. «Hay extranjeros que se piensan que una entrada para la pelota o los toros te permite entrar a todos los espectáculos y todavía me vienen muchos preguntando si su mujer paga la mitad», se persigna.

La pandemia afectó sobremanera a su trabajo al tiempo que ha supuesto la generalización de internet para la adquisición de entradas.«Me manejo bien pero eso me obliga a ir siempre con mi ordenador, mi PDA, datáfono, mi router y mi impresora», enumera. «Me cuesta programar un evento y la sesión pero, una vez hecho el trabajo, se agiliza mucho», señala mientras abre el programa informático para el pasado festival de pelota en Estella.

Es la última taquillera en ejercicio en LaRioja y son muy pocas las colegas de profesión en el resto del país. Cubre LaRioja, Navarra cuando es menester y, eventualmente, hace sustituciones en elPaís Vasco. «Al año hago más de diez mil kilómetros por la zona», estima.

«Las empresas multiservicios se encargan también de las entradas pero el trato es un poco aséptico. Soy de las que piensan que al cliente hay que tratarlo bien. Esa relación humana se está perdiendo», critica.

«Como tal soy la última taquillera», apunta consciente de que estuvo a punto de ampliar el negocio pero «mis hijos no quisieron seguir». En un lustro se jubilará«y no creo que tenga relevo».