Aquí o allá, siempre alerta

Bruno Calleja Escalona
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Los bomberos se mudaron en 1989 desde el entorno de la fuente Murrieta a Pradoviejo. 10 años antes, demostraban su arrojo habitual en el devastador incendio del Teatro Bretón

Imagen del viejo Parque de Bomberos, demolido en la última década del siglo XX. En su lugar, frente a los edificios de Defensa, se habilitó un aparcamiento público. - Foto: Archivo Municipal de Logroño

Si hay unos profesionales que están en alerta permanente esos son los bomberos. Desde su actual parque en Pradoviejo, cualquier emergencia tiene una respuesta inmediata. Como siempre a lo largo de su historia en la ciudad, que hasta 1989 acogía su base de operaciones en la calle Antonio Sagastuy, cerca de la fuente Murrieta, en la actual zona de aparcamiento frente a los edificios de Defensa, con los que aquel parque compartía una cierta similitud arquitectónica.

La primera noticia de un incendio en la ciudad se remonta a 1572, cuando ardieron unas casas propiedad de la familia Yanguas. Será en el siglo XIX, en 1844, cuando se cree una sociedad de seguros mutuos, que contemplaban el apagado de incendios.

El Parque de Bomberos de Logroño se inauguró el 1 de julio de 1912 en unos depósitos municipales decimonónicos. El cuerpo tuvo su primera intervención significativa en el incendio de la plaza de toros de la Victoria, uno de los sucesos más trágicos del Logroño de la época, que terminó con uno de sus edificios más notables el 9 de julio de 1914. En ese momento había 36 bomberos, a las órdenes del arquitecto municipal. Con el paso del tiempo, el cuerpo fue modernizándose e incorporando vehículos con escalas. 

En el historial del cuerpo hay fechas luctuosas, como un día de 1937 en el que Fermín Álamo y Andrés Ceballos, arquitectos y directores del cuerpo de bomberos municipal, murieron apagando un incendio en la base aérea de Recajo.

En 1944 el fuego devoró parte de las cubiertas de la Fábrica de Tabacos y las bóvedas de la antigua iglesia de La Merced. Las mangueras y el arrojo de los bomberos dominaron las llamas, pero sus efectos aún son visibles en el segundo piso de la Biblioteca de La Rioja. 

Y del fuego a las inundaciones de 1961, cuando el agua anegó las vías de tren y las principales arterias de la ciudad, lo que obligó a intervenir a estos profesionales. En 1979, la víctima del fuego fue el Teatro Bretón, reducido a cenizas, a excepción de la fachada. En 1987, otra desgracia aquejaba al cuerpo, con la muerte de uno de sus miembros, Juan Gispert, en acto de servicio. 

El traslado desde los depósitos municipales a Pradoviejo permitió ampliar sus instalaciones. En noviembre de 1989 se acordó el derribo del antiguo parque y un año después se estrenaba el aparcamiento que se construyó en su lugar.