La villa riojana de San Vicente de la Sonsierra ha revivido este domingo una íntima procesión del Vía Crucis de la Exaltación de la Cruz, que ha tenido como protagonistas a cinco "picaos" o disciplinantes".
Esta procesión se ha celebrado de una forma más íntima, que las de Semana Santa, que congregan a multitud de personas, informa Efe.
La coincidencia de este domingo con inicio de la recogida de la uva blanca en esta villa, eminentemente vitivinícola, es una de las razones de que el número de disciplinantes y portadores de los pasos en la procesión haya sido menor.
Así lo ha explicado a EFE José Ramón Eguiluz, portavoz de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y de los Disciplinantes de San Vicente de la Sonsierra, que es una de las más antiguas de España, y que mantiene este rito ancestral, desde, al menos, 1551.
Ha incidido en que el sentimiento religioso en esta villa riojana de un millar de habitantes es muy alto, pero la mayor parte de sus habitantes viven de la actividad vitivinícola y la recogida de la uva blanca ha condicionado que haya una menor presencia en la procesión.
A las 18:00 horas, ha partido el Vía Crucis desde la iglesia parroquial de Santa María la Mayor y ha continuado hasta el Monte Calvario, para volver, de nuevo, al punto de inicio.
El buen tiempo ha propiciado también que haya podido celebrarse el Vía Crucis, al aire libre, "sin contratiempo alguno, como es el deseo de la Cofradía", ya que, en alguna ocasión, debido a la lluvia, la penitencia se ha celebrado dentro del templo.
Los cinco disciplinantes, descalzos y cubiertos con una capucha para ocultar su identidad y un hábito blanco con una abertura en la parte posterior, han elegido para su penitencia los pasos del Cirinero y la Virgen de la Dolorosa.
Durante unos 20 minutos, han flagelado su espalda con una madeja de algodón, de entre 750 y 850 gramos, momento tras el que el práctico que ha acompañado a cada penitente, le ha golpeado levemente tres veces cada lado la zona lumbar de su espalda.
Ello es lo que permite que brote un poco de sangre y evitar molestias posteriores, pero nunca para mortificar más o aumentar el sufrimiento, ha relatado Eguíluz.
Los cristales que contiene la "esponja" y que el práctico ha utilizado utiliza para el "picado" permiten que cada disciplinante reciba 12 pinchazos, que simbolizan a los 12 apóstoles, tras lo que recibe un lavado higiénico y sanitario -un ungüento con agua hervida y de romero- para que no haya efectos sobre la punción y los hematomas producidos.
Este proceso de curas y vestimenta posterior se ha celebrado en un una nueva sede habilitada para la disciplina, adonde los disciplinantes han llegado después de todo el recorrido.
Tras este domingo, los "picaos", una penitencia declarada de Interés Turístico Nacional, volverán a procesionar en la Semana Santa y la Cruz de Mayo, el primer domingo de mayo del próximo año.