Al encuentro de los dinosaurios

El Día
-

El parque de paleoaventura riojano El Barranco Perdido invita a dar un salto de 120 millones de años en el tiempo y a adentrarse en la era de seres fascinantes

Parque Jurásico ha estremecido a millones de espectadores con una versión ficticia sobre los mayores seres terrestres que han existido y hay mil y un sesudos estudios científicos que describen con precisión cirujana la anatomía de un iguanodón o el régimen alimenticio de los braquiosaurios, pero en La Rioja hay otra manera de adentrarse en el fascinante mundo de los dinosaurios sin faltar a la ciencia y con diversión asegurada.

No hay más que acercarse al recoleto pueblo de Enciso, en el valle alto del río Cidacos, al sur de la Comunidad riojana, a 72 kilómetros de Logroño y a tiro de piedra del límite con la provincia de Soria. En este mágico enclave, hace unos 120 millones de años, mastodontes tan largos como un autobús se movían por lo que entonces eran zonas pantanosas y con densa vegetación, y donde han quedado impresas hasta convertirse en roca muchas de sus pisadas, las denominadas icnitas.

La Rioja, con más de 10.000 de estos rastros fósiles repartidos por casi 40 localidades de un territorio declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera, es una potencia mundial en huellas de dinosaurios. Y en Enciso, uno de los puntos neurálgicos de ese paraíso paleontológico, la ciencia y la diversión en familia se dan la mano para disfrutar de una jornada inolvidable en la que es imposible que jóvenes y adultos no se sorprendan al conocer cómo vivían los grandes saurios y los más pequeños se conviertan, por un día, en expertos investigadores que rastrean huellas, deslicen por un tobogán gigante o se bañen en la piscina cretácica, entre géiseres y grutas.

La divulgación, con un planteamiento muy familiar e interactiva, es uno de los puntos fuertes de El Barranco Perdido. En la imagen, una familia observa la reproducción de un esqueleto de dinosaurio.La divulgación, con un planteamiento muy familiar e interactiva, es uno de los puntos fuertes de El Barranco Perdido. En la imagen, una familia observa la reproducción de un esqueleto de dinosaurio. - Foto: LA RIOJA TURISMOAquí no hacen falta los efectos especiales del cine para sentir el vértigo de adentrarse en los tiempos remotos, pero tampoco se necesita un doctorado en cretácico.

El Barranco Perdido ofrece un recorrido con huellas reales de dinosaurios que se pueden palpar y un programa de ocio que anima a desenterrar fósiles, a catalogar restos en el laboratorio y seguir pistas para descifrar cómo eran los gigantes que habitaron esta zona de serranía del Sistema Ibérico riojano hace más de 100 millones de años.

El parque dispone de todos los servicios para atender a los turistas, en gran medida público familiar. Hay parking gratuito, restaurante, dos cafeterías y terraza donde degustar productos de la tierra, disponibles en el buffet. Y la visita es una buena oportunidad también para conocer un rincón de la geografía riojana por descubrir.

Un niño y una niña examinan huellas de dinosaurio en la roca. Un niño y una niña examinan huellas de dinosaurio en la roca. - Foto: LA RIOJA TURISMOLa estancia se hace este año más divertida aún con la incorporación de actividades de dinamización y teatralización, como los pases de mascotas, que se unen a las propuestas didácticas. El parque interactúa con los visitantes, principalmente con los niños, potenciando valores creativos, imaginativos y divulgativos sobre los dinosaurios.

Y la llegada del calor no hace más que añadir atractivos. La Playa Cretácica es una de las estrellas de El Barranco Perdido. Esta zona del complejo invita a un chapuzón en sus aguas, a buscar pistas en la gran piscina paleontológica submarina o a disfrutar de cascadas, géiseres y pozas. Y a descansar en el solarium.

Del agua se puede ir a la zona seca para escalar en el rocódromo, escuchar el eco de los saurios, jugar al rompecabezas del paleontólogo, observar el esqueleto de un iguanadón o incluso dejar tu propia huella, como hicieron los dinosaurios hace miles de años.

Diversión y emoción en el puente tibetano. Diversión y emoción en el puente tibetano. - Foto: LA RIOJA TURISMOCuando la ciencia llama a la puerta de la curiosidad del visitante, comienza la visita guiada al yacimiento de Valdecevillo, en el propio municipio de Enciso. Los visitantes recorren una exposición permanente sobre el mundo cretácico de La Rioja y sobre los dinosaurios, antes de trasladarse al yacimiento, donde además de grandes reproducciones de algunos ejemplares de aquellos animales gigantescos, se puede contemplar un espectacular rastro de huellas de un gran carnívoro.

Paleontólogo por un día

En el Circuito Paleontológico, los talleres familiares permiten a los más pequeños meterse en la mente de un científico, acompañados con monitores que les guían en la Colina de los Fósiles, para que ellos mismos descubran huellas fósiles de animales y vegetales, y tomen imágenes de sus hallazgos para realizar, después, un análisis científico en el laboratorio del tiempo, con escáneres y otros equipos para interpretar los datos. También es una

opción muy divertida la gymkana paleontológica, en la que hay que resolver enigmas siguiendo las balizas en el mapa.

Todo es emoción y todo es verdad en El Barranco Perdido; y está cerca de casa. Más información en la web barrancoperdido.com

Territorio para intrépidos

Los visitantes más intrépidos a El Barranco Perdido podrán convertirse en una especie de Indiana Jones en el circuito multiaventura situado en la Colina Encantada. Desde ese punto, hay un sinfín de retos por superar: puentes tibetanos y de equilibrio, pasarelas, redes, obstáculos de paso y la tirolina, con la que los aficionados a las emociones descienden desde la zona más elevada del parque. Desde las alturas de esa colina también hay otra forma trepidante de bajar. En el gran tobogán, los jóvenes aventureros se lanzan barranco abajo como si se deslizasen por el cuello de un branquiosaurio.