Victoria Lafora

Victoria Lafora


Huellas de un naufragio

07/05/2023

El fin de la pandemia nos ha pillado mirando para otro lado; recuperándonos de los daños de un naufragio que nadie vio venir y que ha dejado millones de muertos y huellas serias en los vivos. Bien es verdad que la OMS tardó tanto tiempo en considerar el COVID una pandemia que su pérdida de prestigio y credibilidad hacen casi irrelevante el que ahora lo dé por finiquitado.

Mucha gente sigue, no solo en China sino también aquí, contagiándose a diario, pero el avance científico, nunca lo suficientemente ponderado, del descubrimiento de las vacunas ha convertido el virus letal en una gripe. Nunca la humanidad vio, en tan poco tiempo, un remedio que, en dosis masivas, fuera capaz de salvar a tanta gente. Y que crea un precedente para futuras pestes, que sin duda las habrá.

Dicho esto, también es tiempo de no olvidar el horror, de reclamar por las malas gestiones y de exigir, una vez más, la inversión y el apoyo a la sanidad pública. ¿O nos hemos olvidado de los sanitarios desbordados, los hospitales colapsados y el triaje en urgencias que dejaba a los mayores sin asistencia?

Ahora que estamos a las puertas de los colegios electorales, conviene recordar quién dio la orden de no sacar a los ancianos de las residencias y dejarles morir. Quién compró falso material sanitario y mascarillas que no servían para nada a intermediarios sinvergüenzas. Quién se vacunó saltándose los protocolos cuando no le tocaba, alegando ser un cargo público.

También conviene recordar que Madrid es la Comunidad Autónoma con mayor número de pólizas de seguros sanitarios privados, y eso que tiene los hospitales públicos con mayor prestigio y los mejores especialistas. La razón no es otra que la falta de sanitarios, porque el gobierno de Ayuso dedica a este servicio esencial una partida presupuestaria de las más bajas de España. Curiosamente seguida de Barcelona, donde el nacionalismo no parece muy interesado en el tema.

No juguemos, tres años y pico después, a hacer como ni el Covid nunca hubiera existido. La realidad es tesonera y en un mundo global una mutación de un virus provoca una tragedia a escala planetaria. Frente a ello, la única protección es una sanidad pública bien dotada y el apoyo a la investigación y la ciencia que pasa por dotar con dinero público del que ahora carecen. No es casual que las vacunas españolas, seguramente tan eficaces o más que las hay ahora en el mercado, todavía no estén disponibles.

Aprendamos la lección de no tolerar nunca más, la frase: "Que inventen ellos".