Todo o nada para Erdogan

M.R.Y. (SPC)
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El mandatario se juega su continuidad en unas presidenciales más igualadas que nunca en las que apunta al triunfo

Todo o nada para Erdogan - Foto: ERDEM SAHIN

El domingo 18 de mayo, Turquía vivió una jornada totalmente inesperada: Recep Tayyip Erdogan se burlaba de todas las encuestas -que le situaban como segunda fuerza más votada en las presidenciales- y no solo conseguía ganar, sino que lo hacía casi rozando la mayoría absoluta. No era el triunfo esperado, pero sí un tremendo balón de oxígeno para un dirigente que temía perder la hegemonía conseguida durante las últimas dos décadas.

Erdogan no ha perdido ni una sola elección desde que se presentó a alcalde de Estambul en 1994. Fue primer ministro entre 2003 y 2014 y, desde entonces, es presidente. Y pretende seguir siéndolo una legislatura más, la que él mismo se regaló con un cambio constitucional en 2018 que le permitía presentarse a un mandato extra.

Esta es, por tanto, su última oportunidad de terminar de esculpir la nación que siempre ha querido. A pesar de que la oposición, que de manera inédita se había juntado en una coalición de seis partidos, contaba con sacarle del poder.

En la cita de este domingo, el conservador se juega su futuro. Y también el del país. A su juicio, si pierde las elecciones, Turquía «se hundiría en el caos y quedaría a merced de intereses económicos y políticos de Occidente». Todo lo contrario a lo que él siempre ha buscado.  

Enfrente, la oposición socialdemócrata que abandera el cambio señala a Erdogan como el «origen de todos los problemas» de la nación y promete revertir la pérdida de derechos y libertades y sanear una economía muy afectada por la depreciación de la lira y la elevadísima inflación. Pero su estrategia no ha funcionado, a pesar de que se las deseaban muy felices.

Ahora llega la hora de la verdad. Y llega más igualada de lo esperado. El presidente, que cosechó un 49 por ciento de los apoyos en la primera vuelta y 2,5 millones de votos más que su inmediato perseguidor, cuenta en esta ocasión con el aval del ultranacionalista Sinan Organ, tercero en las urnas y con casi cinco millones de respaldos. La coalición opositora, encabezada por Kemal Kiliçdaroglu, tiene a su favor a los partidos más moderados, con cerca de siete millones de electores.  

Con aún indecisos en Turquía -que serán, sin duda, los que determinen el resultado final-, esta cita está considerada la más importante de la historia reciente del país. No en vano, en la primera vuelta hubo una participación cercana al 90 por ciento y para esta segunda ronda se espera que, incluso, se supere. Los ciudadanos son conscientes de que el futuro está en sus manos y todo apunta a que ese será más de lo mismo, con Erdogan al frente. Pero la oposición no tira la toalla. Su apuesta por el cambio sigue en pie y quién sabe si al final resulta ser la ganadora...