Desilusión y tristeza en el comercio y la hostelería riojana

EFE
-

Los pequeños comerciantes y hosteleros riojanos hacen frente a la enésima interrupción de su actividad laboral desde el inicio de la pandemia con el adelanto del cierre a las cinco de la tarde de todas las actividades no esenciales.

Los bares y restaurantes deberán cerrar a las 5 de la tarde desde este sábado. - Foto: Óscar Solorzano

Los pequeños comerciantes y hosteleros riojanos afrontan este sábado con desilusión y tristeza la enésima interrupción de su actividad laboral desde el inicio de la pandemia con el adelanto del cierre a las cinco de la tarde de todas las actividades no esenciales, por lo que algunos han optado por no cerrar al público a mediodía y funcionar con horario continuo. Sin embargo, los más optimistas quieren ver "una oportunidad" en esta situación, según han explicado algunos de ellos a Efe. Crren que esto les dejará tiempo libre para actualizar su género, organizar los productos de la nueva temporada o poner en marcha su página web para vender en internet, la asignatura pendiente para muchos comerciantes minoristas en esta nueva era pandémica.

La entrada en vigor este sábado de nuevas medidas restrictivas pretende evitar las concentraciones de personas con el objetivo de frenar los contagios de covid-19 en La Rioja, después de que la incidencia acumulada a 14 días se haya disparado en la última semana hasta alcanzar los 739 casos por 100.000 habitantes.

Hasta el próximo 31 de enero, todos los establecimientos públicos considerados no esenciales cerrarán al público a las cinco de la tarde. Tampoco están autorizados los movimientos de entrada o salida a la zona delimitada por Logroño y los municipios de su área metropolitana Lardero y Villamediana de Iregua, que suman unos 172.000 habitantes, más de la mitad de la población riojana.

Aunque el toque de queda nocturno no comienza en La Rioja hasta las 22.00 horas, el Gobierno regional ha pedido un autoconfinamiento voluntario a la población para evitar más contagios, ya que consideran que los datos epidemiológicos no reflejan una curva, sino un "muro vertical", por el vertiginoso ascenso de los casos positivos, que ya suman 2.163 y han aumentado en 864 en la última semana.

TURISMO. El cierre perimetral de La Rioja durante varios meses de la pandemia ha impedido la llegada a turistas de otras comunidades, unos clientes que ya no reciben las tradicionales zonas de tapeo del Casco Antiguo como Laurel y San Juan, o los negocios ubicados en sus cercanías. Es el caso de "Atipyca", una tienda de ropa ubicada en la emblemática calle Portales a la que el adelanto del cierre le ha pillado en plenas rebajas de una temporada muy complicada. Su propietaria, Amaia Tomé, ha detallado que abrirá 10.30 a 14.00 horas entre semana, con la posibilidad de concertar citas con sus clientes hasta las 17.00 horas, mientras que los sábados cambiarán a horario continuo y los domingos abrirán por la mañana, como ya hacía desde la apertura de la boutique hace casi nueve años.

La pérdida de clientes de otras regiones se ha compensado con el "inmenso apoyo" mostrado por los riojanos, que "han cambiado el chip y han apostado por apoyar al comercio local", ha agradecido esta comerciante, quien ha confiado en que sigan con esta buena respuesta de cara a la nueva temporada.

Durante el confinamiento de la pasada primavera, Tomé aprovechó las redes sociales para mostrar los artículos recibidos para los meses de buen tiempo, algo que continuará haciendo, además de dar un último empujón a su página web, "porque hay que estar presentes en internet".

 

HOSTELERÍA Y COMERCIO. Desde su céntrica cafetería "Notre Dame" en Logroño, al hostelero Cándido Fernández el adelanto de la hora de cierre le ha obligado a "mandar al ERTE" a la trabajadora que cubría el horario vespertino y tampoco podrá ofrecer el servicio de cenas los viernes y sábados. Fernández ha urgido todas las ayudas prometidas al sector de la hostelería, que "nunca llegan" y que han hecho falta desde el principio de la pandemia a muchos negocios. No solo por su incidencia en los empleos directos, también por todas las actividades indirectas que trabajan para la hostelería.

En la acera de enfrente, Xandra Bohada, franquiciada del gimnasio "Curves Logroño", asume con resignación este nuevo cambio de horario, que le ha obligado a abrir media hora antes, a las siete de la mañana, y los fines de semana por la mañana para que no dejen de entrenar las socias que acuden por la tarde. Cuando "Curves" reabrió el pasado 15 de junio ya redujo su aforo a la mitad, con solo 11 personas en cada circuito de las máquinas que componen este gimnasio, para garantizar la distancia de seguridad. El pasado 7 de enero se volvió a bajar el aforo al 30 %, con seis deportistas por clase y sin poder utilizar las duchas. Aunque Bohada no ha perdido la "ilusión" con la que abrió su negocio en octubre de 2019, no puede evitar sentirse "frustrada, decepcionada y, a ratos, angustiada y con miedo por no poder afrontar la situación", porque tiene tres trabajadoras a su cargo.

Junto a este gimnasio se ubica la tienda de bicicletas "José Mari". Su gerente Guillermo Gutiérrez afronta con incertidumbre el nuevo horario porque lo que su comercio ha optado por abrir al público en horario continuo de 9.00 a 17.00 horas. "Intentaremos adaptarnos a la nueva situación, pero no sabemos qué va a pasar. Aunque después del primer confinamiento se ha notado un resurgimiento en la venta de bicicletas", ha reconocido.

Estos pequeños empresarios confían en que todas estas medidas tengan efectos positivos sobre la situación epidemiológica de los próximos 15 días, aunque los últimos datos parecen augurar un alargamiento de las restricciones en La Rioja.