El CSI del olivar

Feli Agustín
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La Consejería de Agricultura trabaja en la recuperación de variedades de olivo autóctonas de La Rioja de las que ya ha localizado 22. Han hallado otros 30 genotipos que no se pueden catalogar como tales

Todo el aceite de la finca La Grajera es ecológico. - Foto: Gobierno de La Rioja

La Rioja, tierra de vides desde los tiempos de los romanos, es también desde entonces región con cultura oleica, con una tradición arraigada que ha ido perviviendo en los trujales de los pueblos. La Consejería de Agricultura, que dispone de una finca con 14 hectáreas de producción ecológica, trabaja también en preservar ese patrimonio,  con la custodia e identificación de variedades autóctonas aún no catalogadas.

Javier García, responsable de la línea de Olivicultura de la Consejería, explica que las fincas de la comunidad pretenden ser una «referencia» del sector para la obtención de datos de producción y rendimiento de las diferentes variedades, de las que hay 16 admitidas, como picual, hojiblanca o arbequina, aunque su interés primordial se centra en las regionales, como redondilla, royuela, machona y empeltre. «No podemos tampoco olvidar la arbequina porque es la que más se plantó con el 'boom' del olivar en La Rioja, a partir de los años 2.000, por su facilidad para la recolección metálica», explica el técnico, que añade que también se ve favorecida por su sabor suave, que facilita su consumo a todos los paladares.

Pero además de un servicio de asesoramiento para el cultivo de cualquier variedad, la Consejería de Agricultura cuenta con una línea de recuperación de especies minoritarias, que hace años estaban extendidas y cuya presencia ha ido disminuyendo hasta una representación de carácter testimonial. «Se les ha dejado de lado, muchos agricultores no las conocen;saben que hay olivos distintos, pero desconocen cómo se llaman y qué tipo de oliva producen», señala García, que explica que su voluntad es recuperar dichas variedades. «Si estos árboles centenarios se arrancan, al final se pierden», constata, por lo que su trabajo se centra en su localización.

ADN. El responsable de Olivicultura de la Consejería explica que, una vez encontrados, para confirmar que  son distintos y locales, se emplean técnicas de análisis de ADN. «Son capaces de decir de qué variedad se trata o, al menos, que no la tenemos», explica, y es así cómo se comprueba que «estamos ante una variedad local que nadie ha estudiado» porque «podemos encontrar un ejemplar distinto, pero es un árbol de una variedad de otra región; algo conocido, pero poco presente». En cualquier caso, no solo es eso lo que se busca, sino los autóctonos, «las variedades que nos permiten decir que no se ha detectado en ningún otro lugar».

Hasta el momento se han hallado 22 ejemplares de un mismo perfil genético en más de una localización, esto es, 22 variedades  Además, hay 30 muestras de arboles aislados, que no coinciden con ninguna incluida en alguna base de datos de carácter  mundial. En este caso, «mientras no se encuentren genotipos iguales en otras localizaciones no se pueden considera como variedad», informa el técnico, que señala que puede tratarse de ejemplares únicos. 

De todo el nuevo material vegetal que se ha encontrado se hacen clones y se plantan en La Grajera para garantizar su supervivencia «y caracterizarlos para comenzar a conocerlos», añade García, que agrega que esta finca funciona como el Banco de Germoplasma del Olivo de La Rioja, que se va ampliando conforme aparecen nuevas variedades.

«Vemos cómo es su fruto, qué producción tiene, incluso se pueden hacer microelaboraciones en laboratorio para conocer qué tipo de aceite deparan», relata Javier García, que añade que se trata de un proyecto «a lo largo plazo», que  proporciona novedades todos los años. El programa se inició en 2004, aunque las técnicas genéticas de ADN han mejorado sustancialmente el trabajo «porque pueden indicar con mucha seguridad si es una variedad nueva o no».

La línea de Olivicultura colabora con proyectos de los centros tecnológicos, como el CITA y el CTIC, o  con los grupos operativos de programas de desarrollo rural de la PAC. «Cualquier servicio que podamos ofrecer de innovación, experimentación e investigación, lo proporcionamos», cuenta el responsable del área de Olivicultura de Agricultura, que dispone también de un panel de catas, que se utiliza para proyectos propios o colaborativos, entre otros con la DOP.