Con el cierre del primer semestre de este año, el balance de la economía nacional, en línea con los mercados internacionales, no es nada halagüeño después de ver que la mayor parte de los indicadores económicos están en negativo debido, en gran parte, al freno a la recuperación que ha supuesto la invasión rusa de Ucrania que ha hecho que la inflación se dispare a cotas insospechadas del 10,2% en junio, según el IPC adelantado, 8,7% en mayo, 8,3% en abril o el 9,8% en marzo.
Los economistas, las agencias de riesgo y los expertos financieros coinciden al describir un panorama muy pesimista para una economía nacional e internacional en la que se está produciendo un efecto de desconfianza entre los inversores bursátiles, con desplomes históricos en el mercado de las criptomonedas, las primas de riesgo disparadas y una incertidumbre que frenan cualquier tipo de movimiento que intente dar oxígeno a esta situación.
Los analistas aseguran que los mercados se están acercando al punto en el que pueden tocar fondo, las subidas del IBEX, que a principios de junio llegaron a decir adiós a las pérdidas del año, resultaron ser un espejismo en el que una calma tensa caracteriza el comportamiento de empresas e inversores.
La llave está en manos de los bancos centrales como la Reserva Federal (FED) de EEUU que ya lleva varias subidas de tipos de interés o el Banco Central Europeo (BCE), que están decididos a tomar las reformas que sean necesarias para controlar la tasa de inflación.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, subrayó que no le temblará el pulso hasta dejar la inflación en el 2% e incrementar lo que haga falta los tipos para combatir la actual subida de los precios, así como la confirmación de la retirada inminente de estímulos a los países de la zona euro. De hecho, este mes de julio los intereses subirán un cuarto de punto en la UE y para septiembre está previsto adoptar la misma cuantía o, incluso, mayor si la situación empeora.
En este sentido, los riesgos para la economía se centran especialmente en tres aspectos: la inflación, que lejos de ir mermando continúa en una tendencia alcista como ha demostrado en junio al superar la cota psicológica de los dos dígitos. En segundo término, los tipos de interés al alza, que podrían superar el punto y medio a finales de año y, en tercer lugar, la retirada de la red de seguridad del BCE al confirmar que deja de comprar deuda soberana y, por lo tanto, cada país tendrá que buscar financiación en los mercados de forma independiente y al precio que marque su prima de riesgo, lo que perjudica a los países más vulnerables como es el caso de España que acumula una deuda del 118% del PIB con 1,45 billones de euros.
Recesión
Los inversores temen que las fuertes subidas de tipos de interés precipiten a la economía a una dura y larga recesión al tener que contar con condiciones de financiación demasiado restrictivas por lo que su primera reacción es reducir de forma inmediata sus posiciones de riesgo y buscar aquellos mercados refugio o donde se garantice un mínimo de beneficio.
La contracción del consumo privado y los disparados niveles de deuda y déficit públicos incrementan los riesgos de que finalmente se produzca una recesión bien a finales de este año o a la entrada de 2023.
Uno de los últimos organismos en avanzar sus pronósticos ha sido la agencia calificadora S&P que bajó hace unos días la previsión del PIB de España al 4,7% en 2022, el mayor recorte de todos los países que examina lo que supone una reducción de 1,4 puntos porcentuales respecto a sus previsiones anteriores. Además, anunció un crecimiento del 3,3% en 2023 y un 2,8% para 2024.