Bomber bajo las bombas

El Día
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La revista Relevo contacta con Oleg Salenko, símbolo del Logroñés y pichichi del Mundial 94, sometido al asedio ruso, país al que defendió, en Kiev

Olge Salenko. - Foto: Relevo.com

El día de San Pedro de 1994, dos nombres entraron en la historia del fútbol mundial. OlegSalenko (Leningrado, 1969) firmó cinco de los seis goles que Rusia endosó al Camerún de Roger Millá (Yaoundé, 1952), autor, a sus 42 años, del gol del honor africano. Nadie antes, ni después, había marcado cinco tantos en un mismo partido ni nunca alguien tan vetusto había marcado en la cita de todas las citas. Oleg Salenko, que hasta ese mes de junio había puesto su olfato al servicio del Logroñés, acabó el Mundial como pichichi con seis dianas. Pero pertenecía ya al Valencia.

Llegó a Logroño procedente del Dínamo de Kiev, el máximo estandarte del fútbol ucranio, país que se independizó de la antigua URSSen 1991, un año antes de que Oleg Salenko cambiara el equipo dirigido por Valeri Lobanovski por el presidido por Marcos Eguizábal. En 1994, defendió la camiseta de Rusia y, 28 años después, sufre las bombas de Putín. La historia de Salenko es una más entre las protagonizadas por el homo sovieticus. Padre ucranio, madre rusa, acabó en Kiev antes de retirarse en 2001. La invasión iniciada el pasado 24 de octubre le pilló en la capital kievita, lugar donde ha sido contactado por la revista deportiva Relevo.com, en un reportaje escrito por Sergio Gómez y publicado ayer por el rotativo online.

El delantero, tan ucraniano como ruso, reconoce su indignación ante la invasión. «¿Cómo quieres que esté si están cayendo bombas a 300 metros?», se lamenta. Aunque echó raíces en Ucrania, donde caen las bombas, su ex mujer y su hijo están del lado donde éstas se disparan. «Pero mi ex mujer, cuando empecé a preguntarle que qué pasaba allí, me contestaba que todo estaba correcto, que tenían que liberar a la gente (...). Ya no quiero hablar con ella. De esta forma les están lavando el cerebro. En diez años han preparado a la gente para que piensen que esto es una liberación de Ucrania».

En la larga entrevista, el ex delantero blanquirrojo (23 tantos en 47 encuentros, un bomber en toda regla por usar la acepción italiana del oficio) reconoce que «la vida se ha transformado totalmente. La tranquilidad, eso es lo que echo de menos. He visto morir a gente, a niños. Yo juego al fútbol con amigos que han perdido a sus hijos. Pero no tengo miedo».

El delantero, que como tantos compatriotas se sigue definiendo como soviético, asume que no se moverá de Ucrania, pase lo que pase: «Estoy en Kiev y no tengo miedo porque he vivido ya lo mío. Si cae una bomba, pues cae. Tengo miedo por mi hijo, él necesita vivir».

Salenko, pese a la zozobra, ejerce de representante, en su última intervención para Relevo: «Tiene 19 años y juega en el Dinamo de Kiev. Acuérdate, en tres años estará jugando en el Valencia porque vamos a aguantar esto. Sobreviviremos. Estoy convencido». 

Si los ojeadores del Valencia, no andan raudos, quizás lo hagan los de SDLy UDL, herederos del también exinto Logroñés.