El 'estilo Rueda' funciona

Agencias-SPC
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El presidente popular salva el legado heredado de Feijóo y consigue una victoria contundente en su primera postulación, lo que le permitirá consolidar su liderazgo al frente del PPdeG

El ‘estilo Rueda’ funciona

En medio de la incertidumbre que rodeaba a las elecciones de Galicia, Alfonso Rueda no solo ha logrado salvar la herencia de la mayoría absoluta recibida de Alberto Núñez Feijóo -ha perdido dos escaños con respecto a su predecesor, pero ha logrado más votos-. También ha reforzado su liderazgo y ha conseguido una contundente victoria a pesar de que los sondeos no apuntaban a un resultado tan claro. Lo más importante: el primer reto político ha sido superado. Y con éxito.

El estilo Rueda del que el PPdeG lleva dos años presumiendo, desde que en mayo de 2022 se convirtió en presidente de la Xunta tras la marcha de Feijóo, quedó claro desde el primer día. La mochila al hombro, una mayor cercanía con los suyos y los extraños, alguien menos oficial y más familiar.

No en vano, cuando ya se hablaba de adelanto electoral, pero aún no se vislumbraba, el bloque popular inició una campaña en la que llevó a Rueda invitando a cañas (sin alcohol) por las pequeñas localidades, en un autobús azul bajo el lema de Galicia non para. Sabían que lo suyo era más esto que los grandes discursos o los titulares.

El lema se transformó después en Galicia Rueda, haciendo un juego de palabras con su nombre. Y es que Rueda es también un presidente aficionado a la moto y a hacer el Camino de Santiago, bien sea motorizado o en bicicleta.

El inicio de su campaña, el 2 de febrero, fue en la plaza del Obradoiro, la meta de todos los peregrinos, y él mismo describió estas dos semanas como «el gran camino» de su vida, en el que ha estado apoyado en todo momento por Feijóo.

Una «travesía», la denominó en uno de sus últimos mítines, en la que ha tenido que sortear una marea de pellets en precampaña e, incluso, el oleaje que provocaron las revelaciones del PP que modulaba su postura sobre la amnistía y los indultos.

Para la oposición, el conservador ha sido el «presidente accidental» o «ausente», porque consideran que siempre ha estado bajo la sombra de Feijóo y las directrices del partido en Madrid y por no asistir a uno de los dos debates electorales celebrados.

Para él, sin embargo, esta es «una de las mejores» campañas que recuerda y, pese a los 60 actos y más de 10.000 kilómetros recorridos, ha tenido momentos para tomar una caña y una tapa de tortilla, con lo que ya puede estar «contento», según ha dicho uno de sus amigos políticos, porque es «una persona de a pie».

Una persona normal

La política le llegó como herencia familiar. Es sobrino nieto del galleguista Ramón de Valenzuela, pero lo «ingrato» de este ámbito lo conoció directamente de la mano de su padre, José Antonio, que fue concejal en Silleda (Pontevedra), vicepresidente de la Diputación pontevedresa y senador por Alianza Popular. 

Cuenta que su padre le aconsejó que no se metiera en política, con nulo éxito, aunque sí logro que primero se sacase una oposición para garantizarse «una alternativa de vida». También le recomendó actuar con precaución y fiarse de gente seleccionada. Y parece que le ha hecho caso, porque tiene fama de desconfiado y de ser «duro de roer». De hecho, le tocó convertirse en el poli malo del PP entre 2006 y 2009, durante el Gobierno socialista de Pérez Touriño para tratar de salvaguardar a un Feijóo que consiguió, en gran parte gracias a él, su primer éxito en la siguiente votación.

Pero, sobre todo, una persona tremendamente familiar, acompañado de su mujer y sus hijas en cualquier momento importante.

De hecho, en uno de los vídeos con los que al partido ha glosado su figura, sus hijas lo describían como una persona «normal», con un sentido del humor particular, y destacaban entre sus posibles fallos su «impuntualidad». Pero, esta vez, ha completado un nuevo peregrinaje siguiendo su propio camino, y ha llegado a tiempo.