Bajo la luz de Sorolla

J. Villahizán (SPC)
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El pintor valenciano supo captar como nadie el aura mediterránea en cuadros como 'El bote blanco', 'Chicos en la playa' o 'Paseo a orillas del mar', óleos que reflejan un trato magistral de la iluminación, un encuadre perfecto y un color pleno

Bajo la luz de Sorolla

Dicen sus biógrafos que a pesar de sus orígenes humildes, Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Cercedilla, 1923) terminó conquistando las mecas del arte de París y Nueva York y que nunca estuvo suficientemente a gusto con sus contemporáneos vanguardistas. Las nuevas tendencias del siglo XX siempre le chirriaron y nunca acabaron de encajar por completo en su estilo, ni personal ni pictórico, justo en un año en el que se cumple un siglo de la muerte del creador de Los pescadores valencianos.

Sorolla era un pintor que se decantaba más por los autores clásicos, Velázquez o Murillo eran algunos de sus artistas de cabecera, en contraposición con los nuevos creadores Picasso o Matisse. 

Pero Sorolla también vivió su propia revolución interna, vital y pictórica. Fue en 1894, con la treintena ya cumplida, cuando viaja a la ciudad del arte por excelencia y se enamora de su estilo y de su forma de pensar. Es en París donde abandona su anterior temática histórica y se adentra, tras pasar previamente por Roma, en la llamada pintura impresionista y en la luz. 

Bajo la luz de SorollaBajo la luz de SorollaA partir de entonces, los óleos del valenciano se llenan de color y sobre todo de luminosidad. Precisamente son las obras de tonos claros y de rápida pincelada, como las escenas a orillas de un brillante mar Mediterráneo, las que más se identifican con el arte de Sorolla.

«El arte no tiene relación con la fealdad o la tristeza. La luz es la vida de todo lo que toca; así que cuanta más luz haya en la pintura, más vida, más verdad y más belleza tendrá», llegó a argumentar Sorolla sobre su estilo.

Por eso, la búsqueda de la vida a través de la luz, como queda patente en muchos de sus cuadros veraniegos, fue una de sus constantes en su trabajo.

Bajo la luz de SorollaBajo la luz de SorollaSin embargo, la obra de Sorolla no se limita a marinas, playas o personas al borde del mar, su trayectoria incluye numerosas escenas costumbristas, incluso de denuncia, además de ser un magnífico retratista, como queda patente en los numerosos autoretratos que realizó a lo largo de su vida.

Además, la magnitud de su producción es difícilmente igualable, con más de 3.000 pinturas, a los que se suman 20.000 bocetos y dibujos.

Asimismo, se da la circunstancia de que Sorolla poseía una prodigiosa memoria visual, lo que le permitía captar imágenes e instantes exteriores y convertirlos en obras de arte. Era capaz de recordar la luz y el movimiento de una escena sin necesidad de recurrir a un boceto y de plasmar días más tarde ese momento en el estudio.

Bajo la luz de SorollaBajo la luz de Sorolla - Foto: The J. Paul Getty MuseumUn autor precoz

Ya desde los primeros años de vida, Joaquín Sorolla muestra una pasión innata por la pintura. Tal es así que a pesar de que sus tíos adoptivos -sus padres fallecieron de cólera cuando el futuro pintor tenía solo dos años- intentan inculcarle la afición por la cerrajería, este rechaza esa opción y decide dedicarse a la pintura.

Con 13 años, por mediación de su profesor, entra en la Escuela de Artesanos de Valencia y con 15 accede a la Superior de Bellas Artes, donde muestra unas extraordinarias aptitudes para el manejo de los pinceles y la realización de pintura realista.

Pero no es hasta principios del siglo XX cuando Sorolla empieza a trabajar de retratista y a realizar numerosas marinas, paisajes y escenas de playa. Es a partir de entonces cuando el valenciano es conocido por sus imágenes veraniegas, con una fuerte presencia de niños en la orilla, bañistas, nadadores y barcos de pesca.

Bajo la luz de SorollaBajo la luz de SorollaEstos cuadros reflejan algo único del artista, como son un trato magistral de la luz, un encuadre perfecto y un vibrante color.

Aunque a primera vista parece que su técnica estaría encasillada en el impresionismo, lo cierto es que el autor se desmarca de este método a través de largas pinceladas y colores mezclados. Es en 1905 cuando pinta una de sus obras maestras, El bote blanco, para sucederle óleos tan reconocidos como Chicos en la playa o Paseo a orillas del mar.

Los últimos años de Sorolla los vive volcado con los paneles que tiene que realizar para la Hispanic Society de Nueva York, un trabajo que definió  como «la obra de su vida» y que no podrá acabar a causa de un derrame cerebral que le paralizó en 1920. Tres años después el pintor de la luz fallecía sin ver plasmado ese magno proyecto.