Logroño planea encuentros entre ludotecas y residencias

David Hernando Rioja
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La concejala de Servicios Sociales, Patricia Sainz, asegura que va a fomentar la intergeneracionalidad en Logroño

Abuelos jugando con sus nietos en los columpios - Foto: Ingrid

Las relaciones intergeneracionales se establecen cuando personas de grupos de edad diferentes comparten conversaciones, vivencias y actividades de todo tipo de forma continuada en el tiempo.

Hay diferentes formas de fomentarla. Por ejemplo, en Asturias existe el programa 'Voluntarias' formado por mujeres mayores que acompañan a mujeres centroamericanas recién llegadas a comprar y cocinar con los productos propios de la región; o existen personas mayores que acceden a programas para acoger a un estudiante en su casa a cambio de compartir vivienda y socializar.

El Ayuntamiento de Logroño, en palabras de su concejala de Servicios Sociales, Patricia Sainz, va a trabajar y fomentar esta intergeneracionalidad. Asegura que el área que ella dirige tiene conectadas diferentes ramas, desde Servicios sociales, Juventud e Infancia, «lo que me permite trabajar de manera coordinada». «Tener todas las áreas juntas me da un enfoque muy bueno para poder trabajar», remarca.

En este aspecto, informa que el Ayuntamiento de Logroño tiene pensado desarrollar una línea más programática entre las ludotecas municipales y algunos centros de la tercera edad. La idea es organizar unas sesiones «más estables y periódicas» entre los niños y las personas mayores.

La concejala reconoce que no tiene todavía el proyecto trabajado al 100% aunque «tengo la idea y los medios». También explica que tiene que sentarse para ver que ludotecas están cerca de una residencia porque «son niños muy pequeños, por lo que igual no se puede hacer en todas, ya que hay que trasladarlos». 

En este punto, Sainz detalla que el consistorio logroñés cuenta con una experiencia previa para la realización de este proyecto porque lanzó hace unos meses un proyecto piloto similar a este. «Llevamos a los niños de la ludoteca La Peonza a visitar y a jugar a la residencia ORPEA Logroño Acacias. Fue una maravilla porque todo fluyó muy bien y con muchísima naturalidad. Los niños y ancianos estuvieron jugando a juegos contemporáneos, de antes, hicieron manualidades, tomaron chocolate con churros, y hubo risas. Vi hasta un rejuvenecimiento en los mayores», destaca.

El director de la residencia ORPEA Logroño Acacias, Javier Torres, recuerda que los niños fueron disfrazados en Halloween y se organizó un juego similar al Cluedo, en el que encontraban una serie de pistas, y con ellas, tenían que resolver juntos un misterio. «Había premios para los primeros que lo resolviesen, como medallas o chucherías», indica. También subraya el hecho de que los niños se lo pasaron muy bien y de esta manera, «asocian venir a ver a los mayores con divertirse y hacer cosas diferentes. Es una actividad muy beneficiosa para ambas partes, niños y mayores».

Por todo esto, la concejala aseguró que estas relaciones intergeneracionales se van a trabajar porque «fue una experiencia muy positiva». Además, apunta que el Ayuntamiento de Logroño también ha convocado al Consejo de la Juventud para que «trabaje este tema, algo para lo que están muy abiertos».

Aparte, esta residencia también ha recibido la visita de otros niños y niñas que acuden al CEIP La Guindalera. «Las pasadas navidades se invitó a los nietos de los residentes a venir un día para que vieran a sus abuelos y recibieran unos pequeños obsequios que los mayores habían trabajado en el taller de manualidades. Fue un día muy especial entre abuelos y nietos del centro, ya que vinieron muchos niños a la residencia», afirma. 

Dicha actividad, indica, fue muy positiva, así que después de hablarlo con los familiares de los residentes, tomamos la iniciativa de contactar con el colegio del barrio, el CEIP La Guindalera, para plantear distintas actividades intergeneracionales entre niños y mayores. 

A partir de ese día los residentes empezaron a cartearse con los niños y también a visitarse periódicamente. Casi todos los meses hay una actividad conjunta. Unas veces vienen los niños a las residencias y otras son los mayores los que van al colegio y les llevan las manualidades que hacen en los talleres, como cuadros o botes para dejar los lápices del colegio. También han hecho juntos talleres de cocina. Por ejemplo este año hicieron juntos niños y mayores torrijas, mientras que otras veces cantan o juegan.

Los resultados de estos encuentros estuvieron tan bien valorados por todas las partes que desde la residencia han decidido continuar con otras actividades que siguen esta misma línea. La terapeuta ocupacional en la residencia ORPEA Logroño Acacias, Marta Calzado, califica  estas actividades como «muy positivas», por lo que «se van a sumar otras nuevas a las que ya se hacen». Cuenta que una residente quiere enseñar a hacer punto de cruz a los niños y organizaremos un taller. «Las personas mayores están muy dispuestas a enseñar los oficios que hacían antes, y seguiremos ampliando la lista de talleres intergeneracionales. También nos gustaría que los niños puedan sumarse a las excursiones y actividades exteriores que hacen los mayores», plantea.

Beneficios. La terapeuta ocupacional en la residencia ORPEA Logroño Acacias, Marta Calzado, explica que los beneficios de estas actividades para las personas mayores son físicos, cognitivos y emocionales. «A los mayores les encanta que vengan, sobre todo a nivel emocional porque se ponen muy contentos. Les cambia la cara cuando entran», asegura.

Están mucho más dispuestos a participar en las actividades cuando hay niños, así que se plantean actividades donde los residentes puedan trabajar la memoria, la atención o la lógica. Además, destaca que «los niños son muy activos, por lo que hacen que los mayores se muevan y se activen físicamente».

Recuerda que en estas actividades participan también mayores con deterioro cognitivo, como perfiles con Alzheimer. Hicieron dos grupos de niños, uno de los cuales fue a cantar con los mayores de la unidad de Alzheimer. «Es un perfil de mayor que normalmente no se expresa mucho, pero aquel día el cambio fue increíble: tocaban la pandereta, bailaban y cantaban villancicos, gracias a que se les activó esa memoria del pasado con las letras de las canciones», subraya.

Esto demuestra que los niños aportan mucho a los mayores, pero también se observa una influencia por parte de los ancianos a los niños. Calzado indica que los niños dedican un tiempo a hablar con los residentes. Les preguntan de dónde son o qué hacían cuando eran jóvenes. «Descubren cosas que ya no existen o cómo era la vida antes», concluye.