Netanyahu, contra la pared

Agencias
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El 'premier' israelí está cada día más acorralado por su política en la Franja tras el ataque «no intencionado» del Ejército al convoy del chef José Andrés y la falta de avances con los rehenes

Familiares de los capturados por el grupo islamista irrumpieron ayer en el Parlamento hebreo y arrojaron pintura amarilla por la inacción del Gobierno. - Foto: Reuters

Según avanza el conflicto entre Israel y Hamás, y ya van casi seis meses de guerra, los frentes que afronta el primer ministro hebreo, Benjamin Netanyahu, adquieren una mayor dimensión. Al rechazo a la confrontación en la Franja y la exigencia de un alto el fuego por parte de una gran parte de la comunidad internacional, incluidos EEUU, la UE y la ONU, se suma ahora el hartazgo de los familiares de los rehenes en manos del grupo terrorista, además de los errores militares como el ataque el pasado martes a un convoy de ayuda humanitaria de la ONG del chef español José Andrés, World Central Kitchen (WCK), que mató a siete voluntarios.

Precisamente, sobre este último incidente, el jefe del Estado Mayor de Israel, Herzi Halevi, confirmó que el bombardeo a la ONG «fue un grave error», subrayando que no fue «intencionado» y que «no debería haber ocurrido».

«Quiero ser muy claro: el ataque no fue llevado a cabo con la intención de herir a los trabajadores humanitarios. Fue un error que se produjo tras una identificación errónea, de noche, durante una guerra y en condiciones muy complejas», declaró.

Halevi lamentó «el daño involuntario a los empleados» de la ONG. «Compartimos el dolor de sus familias, así como el de toda la organización, desde el fondo de nuestros corazones», subrayó.

«Continuaremos tomando acciones inmediatas para asegurar que se hace más para proteger a los cooperantes. Consideramos muy importante que se siga prestando ayuda humanitaria y seguiremos trabajando para facilitar este esfuerzo vital», agregó.

A pesar de la asunción del error, el cocinero José Andrés cargó con fuerza contra Netanyahu: «No fue solo un desafortunado error, sino el resultado directo de la política de su Gobierno de reducir la ayuda humanitaria a niveles desesperados».

«Los ataques aéreos contra nuestro convoy no fueron un desafortunado error en la niebla de la guerra. Fue un ataque directo contra vehículos claramente señalizados cuyos movimientos eran conocidos por el Ejército», reprochó el chef español.

«No se puede ganar esta guerra matando de hambre a toda una población», enfatizó el fundador de WCK, quien recordó a los trabajadores de su ONG como «lo mejor de la humanidad», quienes «arriesgaron todo por la actividad humana más fundamental: compartir nuestra comida con los demás».

José Andrés señaló que «los israelíes, en el fondo de su corazón, saben que los alimentos no son un arma de guerra» y que «Israel es mejor que la forma en que se libra esta guerra». 

Protesta en la Knéset

En este ambiente de bipolaridad en la sociedad hebrera, una de las acciones más contundentes que tuvo lugar el pasado miércoles fue cuando un grupo de activistas y familiares de los capturados el 7 de octubre por Hamás irrumpieron en el Parlamento israelí -la Knéset- como forma de protesta y arrojaron pintura amarilla -el color con el que se recuerda a los cautivos- contra los cristales.

Los miembros de seguridad de la Cámara acudieron rápidamente para impedir que este grupo pudiera proseguir con su queja, lo que desató el caos y algunos forcejos.

En las imágenes, publicadas por la Knéset en la red social X, también se ve como parte de la oposición política durante la protesta se levanta y alza los brazos en muestra de apoyo.

No es la primera vez que los familiares de los rehenes acuden a la Knéset, pero ahora la situación es especialmente tensa ya que el Gobierno sigue sin cerrar un pacto con el grupo islamista para liberar a las 130 personas secuestradas.

Ese enfado y malestar también se ha traslado a las calles, con manifestaciones multitudinarias tanto en Tel Aviv y Jerusalén, donde el pasado domingo alrededor de 100.000 personas inundaron las calles y organizaron una acampada frente al Parlamento para exigir la dimisión del Gobierno y elecciones anticipadas.

Un porcentaje de la sociedad hebrea considera que el premier está anteponiendo su supervivencia política al retorno de los cautivos, alargando la ofensiva en la Franja de Gaza para no tener que hacer frente a los juicios pendientes de corrupción o nuevos comicios.