Las tiendas de artículos para la estimulación sexual, sex-shop, llevan años en las calles. En Logroño, en la más veterana y única durante muchos años, trabaja desde 2010 Álvaro López. En ella no solo se pueden encontrar películas porno, cada día más en desuso aunque se siguen vendiendo; también hay preservativos y lubricantes de alta calidad, «no como los más habituales de marcas super conocidas, aquí hay más variedad, según el uso o las sensaciones, de gran calidad y más especialización que en el supermercado». 

También se pueden encontrar diferentes tipos de artículos eróticos y sexuales, juguetes, juegos, dildos, masturbadores, objetos ginecológicos como esponjas, tampones, copas menstruales o bolas chinas, aceites de masaje, cremas de sensaciones, literatura erótica o estimula- dores. La lencería y la ropa interior con encaje «es de mayor calidad y mejor precio que mucha de las que se encuentran en tiendas conocidas»

No hay un artículo más vendido, depende del momento y del cliente, «pero hay que reconocer que los satisfyer han sido toda una revolución, aunque no les va bien a todas, quizá al 80% sí», apunta.  Además, otros estimuladores, que ahora se manejan con el móvil o con mando a distancia, también son algunas de los objetos más actualizados con texturas y potencias «para todos los gustos, algunas especialmente potentes y otros muy discretos que no parecen lo que realmente es o su uso».

Lencería erótica en la sex-shop de la calle Barrera de Logroño. - Foto: Óscar Solorzano

A diferencia de lo que se pueda pensar, «en esta tienda siempre han entrado mujeres. Como ves es un sitio luminoso, agradable. Hace más años venían más hombres, pero llevamos tiempo que hay paridad. Yo aquí he atendido a tres mujeres de tres generaciones de la misma familia: la nieta, la madre y la abuela».

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Reconoce que internet ha hecho daño al sector, «pero sobre todo al cliente, que compra cosas que parecen de una forma y luego no son cómo esperaban». Eso sí, sigue habiendo quien al entrar, al ver un gran falo artificial «la primera vez se sorprende, pero ya la segunda no».