Raciones de paciencia

R. Muro
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Las peñas Logroño y Áster exhiben sus dotes culinarias con pinchos de choricillo con bacony morunos. La plaza del Mercado se llena de gastronomía, buen ambiente y mucha calma

Peregrinos y turistas se sumaron a la degustación - Foto: Ingrid

La Semana Gastronómica es una de esas citas que cabalga a lomos de ese concepto tan riojano de la gastronomía con forma de pincho, ingerido de pie maridado con buen caldo, tinto o blanco, y en compañía de excepción. Ahí reside parte de la receta. Otra parte viaja por las manos de los peñistas, en esta ocasión, del buen hacer y del cariño en la elaboración, la materia prima de calidad y la destreza con la plancha. Y por último, otra parte la buscamos en la segunda acepción del concepto paciencia recogido en el diccionario de la lengua española: «Calma o tranquilidad para esperar». Así se cocina y así se degusta en la plaza del Mercado a modo de perfecta combinación de ingredientes.

Paciencia y buen hacer evidencian los cocineros de la peña Logroño, que elaboraron dos mil raciones de un potente pincho de choricillo y bacon, unos 125 kilogramos de cada, cuenta Óscar Fernández, presidente de la peña. Cantidades similares, también con grandes dosis de destreza y arte en el fogón, manifestaron los cocineros de la peña Áster mientras elaboraban pinchos morunos, otras dos mil raciones. Gastronomía al margen, Áster, en contra de lo que sucede con la mayoría de las peñas, suma casi a diario nuevos integrantes. «Ocho más solo en el día de ayer (por el lunes)», detalla Juanjo Sánchez, máximo responsable de la peña. Tampoco sabe a qué se debe el éxito de la peña rosa pero «seguimos contando con bastante gente joven», matiza. 

Paciencia también manifiesta el público, que dibuja eternas filas. Durante la mañana de ayer, y tras girar la concatedral de La redonda, la fila, por momentos, parecía llegar a la esquina de la sede del Instituto de Estudios Riojanos. No alcanzó tal extremo, pero entre la gente, reinaba ambiente típico de fiesta amenizado por el paso de charangas, conversaciones varias y la música que junto al humo de las planchas, brotaba de la plaza del Mercado. Lo mismo sonaba un pasodoble que la última versión electrónica de las salas de fiesta nocturnas.

Y mientras tanto, la visita de la corporación municipal con Hermoso de Mendoza a la cabeza y a la que se sumó minutos después la presidenta Concha Andreu.

Repartos y furgones. Y más dosis de paciencia. Hasta mediodía, es decir, coincidiendo con filas, fogones, pinchos y vinos, las furgonetas de reparto, y sus conductores, se armaban de paciencia para adentrarse en la céntrica calle Portales entre paseantes, gastrónomos, charangas y vendedores de globos de colores, en busca de un hueco donde estacionar y materializar el reparto. 

Es quizá una breve aproximación a la radiografía de cada mañana en la plaza del Mercado, donde resulta evidente que, sin paciencia de la buena, no hay fiesta. 

Los presidentes de ambas peñas, coinciden en que la Semana Gastronómica «nos proporciona visibilidad», pero en ninguno de  los dos casos constituye su acto principal de fiestas. Para la Peña Áster, sus momentos de San Mateo son la entrega del galardón al Gran Ciudadano Logroñés, entregado este año a Cruz Roja, y la ofrenda de flores a la Virgen de Valvanera, acto que se celebra el próximo domingo.

Para la peña Logroño, el acto principal es la entrega de Las Llaves de Oro de la Ciudad. El galardón se entrega el próximo viernes y el galardonado en esta ocasión permanece bajo el más absoluto secreto. «La mayoría de los miembros de la peña ni lo saben», asegura Óscar, «solo los de la junta». 

Todo ello se cocina en las mañanas de la plaza del Mercado, donde reina el sabor, el buen ambiente, la buena gastronomía y mucha paciencia, de la buena.