La portavoz parlamentaria del PP, Cuca Gamarra entonó el "sí se puede" en el debate sobre la toma en consideración de la reforma de la ley del 'solo sí es sí', para subrayar que sí se puede dimitir, dirigido a la ministra de Igualdad, Irene Montero, y el sí se puede cesar, interpelando al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Con los ecos de ese debate aún prorrogados en la sesión de control al Gobierno y en las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer, con cada fracción del feminismo por su lado y sin que se atisbe la recomposición del movimiento feminista a corto plazo con una relación más fluida entre las representantes del feminismo histórico y las más jóvenes defensoras del feminismo queer.
Aunque pocas ocasiones habrán sido tan meridianamente evidentes como para presentar la dimisión después de haber visto como su ley estrella era impugnada por sus compañeros de gabinete y el partido con el que gobierna en coalición, la ministra de Igualdad acaba de manifestar que ella no piensa en la posibilidad de dejarlo, empeñada en demostrar que hay una derecha judicial, política y mediática interesada en hacer descarrilar la ley –y no le falta del todo razón-, y el jefe del Ejecutivo, que en lugar de cesarla por los efectos indeseados de la aplicación de una ley que se ha convertido en un verdadero problema para el Gobierno, ha entonado el "llegó Sánchez y mandó parar" para que después de la presión añadida de la celebración del 8-M se rebaje el volumen de las críticas hacia las ministras de Unidas Podemos y se defienda el Gobierno de coalición.
Será difícil superar esta crisis, recomponer un espejo que tiene ya tantos trozos pegados después de las sucesivas crisis que ha atravesado el Gobierno de coalición –de Marruecos a la Guerra de Ucrania o la intensidad de las reformas sociales- que cualquier excusa que se utilice a partir de ahora para romper el pacto y que cada partido muestre su 'perfil propio' de cara a las elecciones generales –las municipales y autonómicas serán un banco de pruebas que servirá para comprobar cómo afectan las discrepancias a cada una de las partes- parecerá una excusa de mal pagador, aunque aún quedan debates por librarse sobre la ley de vivienda o la ley mordaza que seguirán desangrando al Gobierno.
Los estrategas electorales saben perfectamente que la sensación que transmite el Ejecutivo, de tensión y desorden, perjudica las expectativas de ambos, y también de quien se pone de perfil, como Yolanda Díaz, aunque fue quien hizo la pregunta más sensata con respecto a lo sucedido en estos días en el entorno del 8-M, "¿Cómo es posible que hayamos llegado hasta aquí?", entre acusaciones de soberbia infantil y fascismo antifeminista. Como no habrá acuerdo sobre el reparto de responsabilidades, las dos partes esperan que pase pronto la marea antes de que llegue la próxima pleamar. Pedro Sánchez ha obviado con sus palabras echar más leña al fuego y es el primero en cumplir su instrucción de mandar parar, aunque sus gestos manifiestan su malestar, no menos evidente en Irene Montero, y ha desviado el debate hacia la corrupción del PP, esperando que el "caso Mediador" y su polizón "Tito Berni" se desinfle y derive hacia el "caso Guardia Civil", como parece.