«Con cascos o con la lupa me pongo a leer y me olvido de todo»

Javier Alfaro P.
-

A Belén González, delegada de la ONCE en La Rioja, la ceguera no le impide disfrutar de la vida; antes esquiaba y ahora pasea, hace yoga y cuida de su madre, a la que adora

Belén González, que tiene una visión inferior al 10%, se apoya en elementos de ayuda como una lupa, el teléfono móvil o los audiolibros para disfrutar de la lectura. - Foto: Óscar Solorzano

la delegada de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE) en La Rioja, Belén González (Villavelayo, 1969) no cumple con el tópico del ciego con bastón y un perro guía. «La imagen de la persona ciega o con discapacidad visual va cambiando, cada vez queda menos gente con ceguera total y hay más gente que tenemos un problema visual muy serio, pero que tenemos un margen de visión para cierta autonomía», afirma. Tener una visión inferior al 10% ya se considera ceguera.  

«La gestión es muy exigente, pero mi trampa es el compromiso con la organización. En mi caso cuando acabo el trabajo también ocupo el tiempo restante con otras cuestiones relacionadas. Me da satisfacción interesarme por las familias usuarias, como unos jóvenes que experimentan el fracaso escolar, o por trabajadores de nuestra entidad. Yo me voy a ver a vendedores de punta a punta de La Rioja, desde Alfaro a Ezcaray, porque me gusta mucho lo que hago pero yo ya con el paso del tiempo me he puesto limites».

Cuando se dedica a sus aficiones, apunta que le «encanta salir y me gusta mucho caminar, sobre todo por toda la ribera del Ebro hasta Varea y tomarme allí una caña, o hasta Villamediana, también voy al cine, al teatro, viajo, hago yoga dos veces a la semana o me pongo con un bonito libro, antes también esquiaba y a veces cojo la bici por caminos tranquilos». Especifica, «leo con ayudas visuales y amplío con lupa manual o con la del móvil, o uso el sistema de voz, que la ONCE tiene un catálogo con 70.000 audiolibros descargables. Yo me enchufo los cascos o cojo la lupa, y me pongo a leer en el sofá y me olvido del mundo».

Apunta que desde la ONCE también adaptan actividades sociales, como excursiones, para que sean accesibles a todo el mundo.

Si bien su relación con la región es un tanto circunstancial, puesto que ya de bebé su familia se trasladó a Zaragoza, a finales de 2020 volvió a La Rioja para ponerse al frente de la oficina. En su llegada confluyeron diferentes factores, «yo estaba en Alicante y había solicitado acercarme a La Rioja, porque tengo una madre muy mayor y a la que adoro que está aquí, que necesitaba el cariño de sus hijos y requería más atención», explica. «En esa época la dirección territorial de esta zona se iba a quedar vacante y, bueno, no cabe duda que mi experiencia como trabajadora social en la ONCE en Barcelona durante 18 años y que después hubiera asumido la gestión de Servicios Sociales en la ONCE de Alicante, así como que mi curriculum también eran los adecuados para el puesto, fueron del interés de la organización».

En ese sentido, no se corta a la hora de admitir que la ONCE, actualmente, está apostando más que antes por perfiles de dirección «más jóvenes y por el talento femenino».