Aires venezolanos en Ortigosa

David Hernando Rioja
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El bar de este pueblo ha abierto sus puertas otra vez después de haber estado un mes cerrado durante el verano

Trina Amalia Ravelo Blanco atendiendo a sus clientes en el bar - Foto: Ingrid

Los pueblos, esos pequeños territorios de la geografía española incomprendidos. Masificados en verano y medio olvidados en invierno. Muchos de ellos cuentan con los servicios básicos para que sus habitantes puedan llevar una vida tranquila con todas las comodidades posibles. Desde una farmacia, un consultorio médico, una carnicería, un bar o una tienda de comestibles, entre otros.

Pero hay veces que alguno de estos servicios cierra y el pueblo pierde un poco de esa virtud y alegría que le caracteriza. Esto pasó en Ortigosa de Cameros cuando el Casino cerró sus puertas en verano.

Los miembros de la Unión Tertulia Ortigosana pusieron anuncios para que alguien se hiciera cargo de este bar y restaurante, con la idea de devolverle la vida que le da al pueblo un espacio como este.

Aquí entraron en juego Trina Amalia Ravelo Blanco y su familia. Naturales de Venezuela pero afincados en La Rioja desde hace siete años. Una familia con experiencia en el mundo de la hostelería, que ya dirigió un restaurante en Villoslada de Cameros antes de la pandemia de la Covid-19.

Ravelo cuenta que aquella experiencia en aquel pueblo camerano le encantó aunque «luego por unas determinadas circunstancias me fui a Logroño pero extrañaba esta parte de la región porque es muy distinto todo, de manera positiva». Recuerda que había otras personas interesadas pero «como ya conocíamos los Cameros y nos fue tan bien, nos dieron la oportunidad».

Los habitantes de Ortigosa y los turistas que visiten el pueblo tendrán la oportunidad de probar nuevos sabores provenientes de Venezuela. «Hacemos comida más tradicional que le gusta a todo el mundo pero también queremos que prueben comida típica de Venezuela, como las arepas», señala. De hecho, apunta que las arepas las dan como pintxopote para que las personas del pueblo y turistas que acudan al bar las prueben.

Otros platos venezolanos, indica, que tiene el menú son las empanadas fritas con una gran variedad de rellenos. Algunos de estos se llaman La Reina Pepiada, que lleva aguacate y pollo; el perico, que es huevo, tomate y cebolla; el domino, que son las alubias negras con queso blanco; y la tajada, que es plátano frito. 

También habrá pabellón, un plato con alubias negras, arroz, plátano frito y carne mechada, "un plato que es exquisito y queremos empezar a colocarlo, aunque no para el menú, sino que primero queremos probar a hacerlo durante los fines de semana para introducirlo en la carta.

Además, la nueva propietaria cuenta que para este invierno tienen pensado añadir un plato que se llama la jaka, «una comida que muchos desconocen pero queremos que conozcan la tradición de nuestro país, Venezuela».

Por otro lado, Ravelo subraya la importancia de volver a abrir un bar como este. «La alegría de salir de casa y poder ir a un sitio a tomarse algo, hablar o picar algo. Es un plus de mucho valor este bar», remarca. 

La nueva propietaria no teme al invierno. Reconoce que el volumen de venta va a bajar mucho pero «aunque parezca mentira, cuando hay nieve o frío, los turistas también visitan los pueblos». «Esperamos que las personas se animen mucho y tener abierto el bar porque queremos trabajar sea como sea», asegura.

Empleados. El bar es un sitio pequeño, con una barra mediana, cuatro mesas altas y largas, otras tres cuadradas y una cocina situada al lado de la barra. También cuenta con una zona de restaurante en la zona de arriba y dos terrazas, una de ellas con sombra. 

Ravelo cuenta que entre semana suelen trabajar dos personas, ya que esos días solo van las personas que viven en el pueblo y algún que otro turista. Pero los fines de semana si que suele haber mucho más movimiento de personas, por lo que suelen trabajar entre cuatro y cinco personas.

Algunas de estas personas que nos ayudan durante el fin de semana son familiares nuestros. Estos suelen ocuparse de la cocina.

Recuerda que hubo un fin de semana en el que se organizó en el pueblo un evento de motoristas, por lo que «vinieron muchas personas de fuera, y como previamente el bar había estado cerrado, había inquietud por como iba a ser a partir de ahora».