Intentemos resumir la situación actual de la DOCa Rioja para poner todo un poco en contexto y entendernos mejor. No es que parezca que tenemos un problema,  es que tenemos un problema como las torres de La Redonda. Hasta nuestros medios regionales, habituales aduladores del sistema, se atreven en distinta medida a hablar de un atisbo de problema. También a los entrenadores de fútbol los respaldan antes de cesarlos.
Me explico; tenemos un problema con el sobrestock de vino en las bodegas, con la bajada de ventas en generaL. Los números no engañan, con la comunicación del Consejo (20x10= 200), con la calidad media de la irregular calidad media de la cosecha que acabamos de integrar. Y por último, con quienes deben poner solución a todo esto, que somos nosotros mismos. Perdón, se me olvidaba, también el problema está en nuestro agro cómplice y víctima de este pérfido sistema que entre todos hemos creado y que ahora parece que no funciona.
Parece ser, además, que lo anterior en realidad es culpa de un prescriptor según las altas esferas y no culpa nuestra: un saludo Tim.
Debemos tener claro cuál es el verdadero problema. Todo lo anteriormente descrito son consecuencias derivadas de la situación, dado que el problema real es la pérdida de consumidores. La gente, el público en general, cada vez bebe menos vino y menos aún tintos. Y sobre todo tintos criados en madera, que tiene la gracia de ser lo que nosotros principalmente hacemos.
Ahora y para terminar este guiso que tenemos montado añadámosle un sistema de gestión del Consejo Regulador dirigido por representación, es decir, mandan los que más venden y el resto estamos pendientes de lo que nos dejan en el más amplio sentido de la palabra.
Además tenemos un presidente al que le queda un año y medio de mandato pensando probablemente más en el paso del temporal que en su solución, que no es de corto plazo. Y para terminar un personal fijo en dicho Consejo, pues eso: fijo. Y con todo este planteamiento tenemos que decidir para dónde ir, cómo y cuándo. Si arrancamos viñas, injertamos tintas a blancas o destilamos más vinos. O si, por el contrario, intervenimos a alguna necesitada cooperativa.
Porque aquí un plan a corto, medio y largo plazo no parece haber y esto nos empiza a correr cierta prisa.