El lado 'gourmet' de Leonardo da Vinci

SPC-Agencias
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El genio del Renacimiento italiano fue un desconocido gastrónomo

Una de las obras más conocidas del polímata artista florentino, ‘La última cena’, refleja múltiples detalles culinarios. - Foto: commons.wikimedia.org

Inventor, pintor, escultor, científico, ingeniero, arquitecto... pero también gastrónomo y un buen gourmet. Es una de las facetas más olvidadas de Leonardo da Vinci, el gran genio del Renacimiento italiano y el protagonista ahora de una exposición en Bélgica que ahonda en su amor por la cocina.

Abierta hasta el 30 de junio en la ciudad de Lieja, el corazón de esta muestra son las decenas de fragmentos originales que exhibe de los códices de Da Vinci, llenos de textos, dibujos y garabatos que acercan al espectador los temas que preocupaban al pensador toscano y las disciplinas a las que se dedicó.

«Son cuadernos pequeños que llevaba siempre en el bolsillo, y donde lo anotaba todo. En ellos encontramos grandes inventos, proyectos militares y arquitectónicos, pero también cosas tan básicas como recetas de comida, su estado de ánimo del día y sus listas de la compra», destaca el comisario de la exposición, el historiador de arte y también artesano chocolatero Jean-Christophe Hubert.

En estas libretas hay, además, decenas de croquis de máquinas para asar, ahumar y cocinar ideadas por el Da Vinci más sibarita, de quien Hubert afirma tenía una dieta «muy particular» dada la época en la que vivió, entre los años 1452 y 1519.

«Recomendaba comer, sobre todo, fruta y verdura, y poca carne», asegura el responsable de un montaje que recrea con un decorado lo que para Da Vinci era una cocina perfecta. Y es que, como asevera Hubert, el pensador toscano fue todo un teórico de la distribución de los espacios dedicados a la comida. «Realizó muchos planos de castillos y mansiones, y en estas residencias imaginó que, para una disposición ideal, la cocina y el asador debían ir separados del comedor», explica.

En sus cuadernos, Da Vinci formuló varias recetas como, por ejemplo, las gambas rojas con burrata, albaricoques y menta; la pechuga de pichón con moras y risotto; o la acquarosa, la bebida afrodisíaca a base de agua de rosas, azúcar, limón y alcohol que el pensador italiano servía a sus invitados.

Hubert destaca que el humanista toscano poseía varios viñedos en Vinci, su pueblo natal cercano a Florencia, y algunos expertos le consideran uno de los primeros enólogos de la historia, debido a los estudios que realizó sobre la vid.

Además, fue «testigo de los cambios de su época» cuando Europa empezaba a dejar atrás a la Edad Media, un período en el que, según el comisario de la exposición, «la gente comía como podía, solo con cucharas, debido al rechazo que causaba la forma de los tenedores, vinculada con el diablo».

Ante sus ojos, Da Vinci contempló la llegada de la Época Moderna: «Leonardo estaba en los albores de la gastronomía italiana, donde se tomaba pasta, asados, terrinas y sopas, además de magníficos pasteles y hojaldres. Los postres estaban en auge, así que es un testimonio de los inicios de la gastronomía italiana», asegura Hubert.

La muestra también reproduce pinturas, maquetas de objetos y de puentes o aparatos militares diseñados por el pensador toscano. Además, conecta la obra de Da Vinci con el presente para demostrar que su figura, como destacan todos los expertos, sigue estando de plena actualidad gracias, en parte, al misterio todavía sin resolver que rodea el cuadro de La Gioconda y al personaje femenino que ilustra.

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