Hace siete días el Voley Logroño, campeón de seis de las últimas Superliga Femenina (la actual no tiene campeón por ahora), ponía fin a su hegemonía, firmando el acta de defunción del club más dominador del voley femenino. Desde el Tenerife Marichal, no había habido otro equipo tan superior como el armado por Carlos Arratia.
Con ser negativa esta noticia, la semana aún propició otro golpe para el deporte femenino, la renuncia del Sporting La Rioja a ocupar la plaza vacante dejada en la máxima competición del balonmano por el Alcobendas. La entidad logroñesa se reunió con Ayuntamiento, Gobierno de La Rioja y patrocinadores pero las cuentas no salían y, por prudencia, el Grafometal prefirió dejar pasar un regalo un tanto envenenado. El San José Obrero de Lanzarote sí aceptó la invitación de la Federación Española de manera que la próxima edición de la Liga Guerreras contará con dieciséis equipos, cuatro de ellos canarios (Rocasa, Tenerifa La Salud, Lanzarote y San José).
El Sporting La Rioja, que ha cumplido once años, lo volverá a intentar desde Plata, categoría que no consigue abandonar pese a que, año tras año, domina con mano de hierro el grupo ‘B’.
«No podíamos tirarnos a la piscina sin saber si había agua», argumenta Diego Molia (Logroño, 1980), para exponer la decisión del Sporting La Rioja de aplazar el salto de categoría. «Visto lo que ha pasado esta semana con el Voley Logroño (entidad con la que el Sporting guarda una estrecha relación), se trata de preservar la viabilidad del club y realizar un ejercicio de responsabilidad. No había garantías de apoyo y no podíamos jugárnosla», completa el presidente del club.
En los últimos días, la directiva del Sporting mantuvo numerosas reuniones con responsables de Logroño Deporte, Gobierno de La Rioja y patrocinadores. Pero ha sido imposible afrontar el salto económico que implica la elite femenina.
El club ha contado este año con un presupuesto cercano a los 160.000 euros. Competir en la Liga Guerreras implicaba triplicar estos números (450.000-500.000 euros, cantidad para competir con dignidad y tratar de no convertirse en un equipo ascensor). Desde Logroño Deporte se garantizaba un 30% del presupuesto en la máxima categoría y, desde el Gobierno de La Rioja, se estaba dispuesto a ofrecer el mismo importe que recibieron este año los representantes en Superliga Femenina (119.000 euros cada uno). Pero esta cantidad estaba sujeta a una posible revisión presupuestaria a la baja. La tercera pata, la de los patrocinadores, estaba bien encaminada «aunque era cuestión de trabajarla más».
Ante la «incertidumbre» de no poder tener asegurada dicha cantidad de partida, la directiva optó por intentar el ascenso por la vía deportiva. «No tenemos resquemor a nadie», recuerda Diego Molia, que agradece los esfuerzos de Ayuntamiento, Gobierno y patrocinadores en las últimas semanas.
Para la 2020-21, de nuevo en la División de Honor de Plata, el Sporting tiene las cuentas claras. Grafometal continuará como patrocinador mientras que de las administraciones públicas llegarán cien mil euros (salvo revisión a la baja de alguna de las partes).
El capítulo de desplazamientos se mantendrá estable. «En Plata pagamos entre 15.000 y 20.000. En la Liga Guerreras nos íbamos al doble, como mínimo, porque implica viajes a Canarias, en avión, y desplazamientos a Galicia o Andalucía que exigen pernoctar», informa Diego Molia. Esta era una de las partidas que aumentaba como también lo hacía el capítulo de arbitrajes. «Ahora pagamos unos 600 euros por encuentro. En la elite, estamos hablando de doblar el gasto ya que hay que pagar mucho más a los árbitros y a la mesa», enumera.
Pero con todo, la principal partida se va en cotizaciones y gastos de plantilla. El salto de categoría implica, como es lógico, la «profesionalización» de las deportistas. «Hay que tener un número determinado de jugadoras profesionales a jornada completa y a media jornada», señala. Esta obligación está mucho más matizada en Plata, lo que abarata el costo de las plantillas de cualquier equipo.
La duración de la temporada, en principio, no varia. Las riojanas arrancarán la competición a finales de septiembre y disputarán la fase regular hasta finales de abril (26 jornadas). A partir de ahí empezará la lucha por el ascenso, con un cruce entre primeros y segundos más un sector final por el ascenso. En la Liga Guerreras, que el sábado selló de forma definitiva su calendario, el objetivo era presevar las 22 jornadas de liga propias de un año olímpico.
Plantilla cerrada. La lucha por entrar en la elite del balonmano femenino le ha pillado al equipo con la plantilla prácticamente cerrada. «La composición del equipo no se iba a tocar si ascendíamos», recuerda Molia. El equipo cuenta con una quincena de jugadoras cerradas y anunciadas. «Estamos concienciados de su valía. Era cuestión de hacer tres refuerzos de garantías pero la base estaba ya hecha», agrega.
Las recién llegadas Bea Puertas, Irati Holgado, Ángela y Aillín López, junto a las renovadas Rebeca García, Elena Navarro, Taty Lozao, Carla Rivas, Maite Rodríguez, Valentina Learreta, Paula García, Masha, Lucía Ladrera y Ainhoa García serán las encargadas, a las órdenes de Manu Etayo, de alcanzar el ansiado ascenso. El año parece propicio. Pereda, Mordevre, Córdoba, Lanzarote y San José Obrero ya no son competencia y tampoco el Alcobendas. El Grafometal sueña con la elite aunque tenga que esperar un año.