"La pandemia sacó a la luz la fragilidad de la salud mental"

El Día
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Mariví Ervilla, directora de la Asociación Salud Mental Rioja, habla de la problemática de esta enfermedad mientras saborea su pincho favorito

Mariví Ercilla, directora de la Asociación Salud Mental Rioja. - Foto: Óscar Solorzano

Aparta por un segundo su pincho de champiñón que, como la magdalena de Proust, le recuerda a sus excursiones gastronómicas por Logroño de la mano de su padre, igeano como ella, y el café con leche (la cerveza con limón se la reserva para la tarde, tras dar carpetazo a sus obligaciones laborales) para hablar de la salud mental, el ámbito al que Mariví Ercilla Gil (Igea, 1970) dedica todas sus energías.

Hace nada, el 10 de octubre, fue el Día Mundial de la Salud Mental y en su asociación,Salud MentalRioja, dedican todo el mes de octubre a una problemática cada vez más acerada. Entre sorbo y sorbo tiene tiempo para recordar que este domingo, dentro de las actividades programadas por el Tour Universo Mujer, tendrá lugar la carrera Logroño en forma por la igualdad, prueba de 5 kilómetros (salida desde El Espolón, a las 10 horas) cuyos beneficios irán a parar a la asociación que lleva 40 años en activo.

Porque cualquier ayuda es poca para paliar las consecuencias de una enfermedad que cada vez tiene mayor incidencia en la sociedad. Sus cifras son preocupantes porque «una de cada cuatro personas hemos tenido, tenemos o tendremos un problema de salud mental», lamenta. Siguiendo con esta aterradora estadística, Ercilla informa que «uno de cada siete jóvenes con edades comprendidas entre los 10 y los 19 años es diagnosticado con un problema de salud mental» mientras que «entre un 2,5% y un 3% de la población padece un trastorno mental crónico». Y, como colofón a tanto preocupante dato, cada vez somos más (un 19%) los que recurrimos a «psicofármacos».

Los problemas de salud mental se presentan en forma de esquizofrenia, ansiedad o depresión. «Como en toda enfermedad», apostilla  Mariví Ercilla, «la prevención es esencial y para eso se necesitan recursos». Y éstos no tienen que derivar, exclusivamente, de asignaciones económicas sino que es muy importante, en su opinión, «fomentar una educación emocional que ayude a gestionar todos los problemas derivados de una sociedad que arrincona el contacto humano, que se refugia en redes sociales y que vive en la inmediatez más absoluta». En cualquier caso,  no abandona su optimismo militante: «Es triste pero la pandemia ha sacado a la luz la fragilidad de la salud mental. Poco a poco nos estamos deshaciendo de sus estigmas».