Violencia vicaria, un año aciago

Agencias-SPC
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El aumento alarmante de niños asesinados a manos de sus padres en 2024, siete en solo cuatro meses, saca a la luz las grietas del sistema y la dificultad de anticiparse a estos sucesos

Violencia vicaria, un año aciago

La violencia machista se ceba con los niños. En solo cuatro meses, España ya ha superado una de las cifras más dramáticas de violencia intrafamiliar: siete son los niños asesinados por su padre en lo que va de año, una cifra que supera a la de los ejercicios completos de 2015, 2018 y 2021 y solo superada por 2017, cuando se registraron ocho menores muertos por violencia de género. Desde 2013, que fue cuando se empezaron a recabar este tipo de datos, los menores asesinados alcanzan los 57.  

De los siete casos registrados hasta abril, solo en tres supuestos había denuncia previa por parte de la madre, y en dos de ellos las autoridades judiciales habían acordado medidas cautelares. En el resto no existía ningún tipo de acusación. Precisamente por ello, la detección de este tipo de violencia es tan compleja, aseguran los expertos, «porque no media contacto con ningún dispositivo que pueda alertar de la situación», destaca el jefe de análisis VioGén y Criminalidad de la Secretaría de Estado de Seguridad, Juan José López Ossorio, quien añade que «si hay suerte se puede detectar los casos en los juzgados de los civil». De hecho, solo el 28 por ciento de los asesinatos de los 57 registrados en España desde 2013 fueron denunciados.

Este repunte de agresiones, según López Ossorio, «no responde a priori a que haya nada concreto que lo explique, ni siquiera un efecto imitación», pero reconoce que «es conviene reaccionar de forma inmediata cuando se sabe ante este tipo de situaciones».

Algunos de los datos que pueden ofrecer pistas sobre esta clase de crímenes machistas es que todas las víctimas de este año eran españolas y se concentraban entre Cataluña y Andalucía. Además, en la mayoría de las ocasiones -el 60 por ciento-, los asesinos vicarios se suicidaron, por lo que no pudieron ser juzgados por sus actos.

Soluciones

En este contexto, el exdelegado del Gobierno contra la violencia de género, Miguel Lorente, señala que, a su juicio, «hay que adoptar una actitud mucho más proactiva» para ser «eficaces» en la detección de la violencia de género. Asimismo, considera que se está actuando con una mentalidad «muy policial», cuando no es un tema exclusivamente de seguridad.

Además, Lorente indica que considera que el propio concepto de violencia vicaria está generando «cierta distorsión», porque, a su juicio, parece que se habla de violencias «distintas». «El conceptualizar la agresión como vicaria cuando hay un asesinato, que parece que estamos hablando de algo diferente, genera falta de conciencia y de continuidad en una agresión que está caracterizada por utilizarla contra quien considera que es de su propiedad, la mujer, pero también los niños y niñas», afirma.

Por su parte, López Ossorio, avanza que Interior ya ha puesto en marcha una investigación para «mejorar los mecanismos de detección de casos potencialmente lesivos para los menores» y actualizar los mecanismos para prevenir estos sucesos.

Factores de riesgo

Los expertos relacionan cuatro factores necesarios con la violencia de género y la vicaria: el estacional, el estructural, el del negacionismo y el de imitación.

Respecto a esta última causa, destacan que, actualmente, hay elementos para pensar que pueda estar incidiendo de alguna manera. «Es algo humano, nosotros funcionamos así. Y si queremos quitarle esa característica a los agresores, nos estamos equivocando, porque estamos perdiendo factores de riesgo», asegura Lorente.

En cuanto a los discursos negacionistas, el analista indica que, a su juicio, están alimentando «el contexto violento». «Estamos viendo cómo el negacionismo, la criminalización de los hombres, todo ese debate que está en las redes, está alimentando a los violentos y justificándoles», concluye.