La emergencia del Iregua prevé restricciones de abastecimiento

Feli Agustín
-

En un peldaño anterior -alerta-, el Gobierno insiste en que el agua de boca está asegurada. El regadío, el gran amenazado

Aspecto del pantano de Pajares, que se encuentra al 36.2% el pasado 4 de abril. - Foto: Óscar Solorzano

Responsables de la Consejería de Transición Ecológica y del Consorcio de Aguas  se reúnen hoy con los municipios que abastece el sistema supramunicipal del Bajo Iregua, donde se encuentran municipios como Lardero, Villamediana o Nalda, para hablar de la sequía. 

En el encuentro, en medio de una honda preocupación por el prolongado periodo sin lluvias, se insistirá en las recomendaciones del Consejo de Gobierno de esta semana, se plantearán medidas para un consumo responsable y el ahorro voluntario, aunque, en principio, no parece que se adopten decisiones más drásticas.

En situación de alerta es, precisamente, la cuenca del Iregua la más afectada por la sequía, con el embalse de Pajares al 36,2% de capacidad y el pantano de González Lacasa al 58,9%, aunque el suministro de agua de boca, reitera el Gobierno de La Rioja, está garantizado. 

Sin perjuicio de ello, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ya advirtió el miércoles que de prolongarse esta ausencia de agua no es descabellado vaticinar la declaración de la situación de emergencia  -ya ha declarado la cuenca del Segre en «situación excepcional»-, que puede extenderse a otras, aunque ha  evitado, de momento, establecer restricciones.

En este contexto, el actual Plan de Sequía del Ebro (2018-2023) contempla para el Iregua, si esta extremo se produjera, la activación de sendos planes de emergencia en los abastecimientos de Logroño y el Bajo Iregua, que aglutina al 70% de la población de La Rioja, y la aplicación de restricciones en las  dotaciones de abastecimiento. Esto supone un endurecimiento respecto al estado actual, ya que, de momento, se pueden imponer restricciones en los no esenciales como los jardines, baldeos o los recreativos del agua.

La jerarquía de usos del agua que rige la política hídrica da preferencia a la de boca, sobre la del uso industrial o agrícola, a la que se destina más del 84% de los recursos hídricos. Sería del ámbito más afectado e, igualmente, sufrirá un endurecimiento de las restricciones si se eleva el nivel de alerta  a emergencia. Mantiene la información a los agricultores para que valoren plantar cultivos que requieran menos agua o prescindir de segundas cosechas, y se intensifican los prorrateos paro los regantes, la reducción de las dotaciones de riego y la reserva del mismo para determinados cultivos.

El plan prevé también extremar la especial vigilancia  de las detracciones de caudal y de los vertidos de aguas residuales y piscifactorías y establece una reserva mínima de 12 hectómetros cúbicos en los embalses de González Lacasa y Pajares.

El nuevo Plan de Sequía, que se encuentra en exposición pública hasta el próximo 30 de junio, contempla idénticas medidas para el próximo periodo de actuación y prevé actuaciones similares para las cuencas del Tirón y Najerilla. Aunque no establece una reserva mínima para el pantano de Mansilla, prevé vigilar los acuíferos del Oja y el Tirón.

«Enorme preocupación». Y en este escenario, la presidenta del Gobierno riojano, Concha Andreu, ha enfatizado la necesidad del control del agua de los pantanos, en este caso, con la Confederación del Ebro, Iberdrola y con quien «haga falta».

Una situación que le suscita «una enorme preocupación» y para la que, si revalida su puesto al frente del Gobierno, «vigilará la gestión del agua de los pantanos» para una gestión correcta del agua y almacenar toda la que sea posible, mientras llueva.

La presidenta del Gobierno coincide también con el sector agrario y ganadero la «enorme preocupación» por la ausencia de precipitaciones, derivada de la sequía, y apunto que «habrá que estar cerca del sector para analizar las pérdidas estructurales».

En el caso del frutal, señaló que estarán  «muy pendientes» de las pérdidas en frutar para «echar una mano al sector»; al igual que con la pérdida en la cosecha de cereal porque, además, va a repercutir también en el ganado.

«La siguiente legislatura trabajaré con las comunidades de regantes para que no se pierda ni un metro cúbico de agua», recalcó Andreu, quien destacó, según recoge Efe, los 163 millones para modernización de regadíos.