En el verano de 1945 Robert Capa regresa a Berlín, la ciudad que le enseñó todo sobre fotoperiodismo, para retratar al imperio derrotado. El encargo de la revista Life le sirve para producir cientos de instantáneas de la capital de Alemania.
Llega desde París a la ciudad dividida poco después de la derrota de los nazis y tiene el privilegio de mirar la destrucción física y moral de una ciudad que conoce, por eso las fotos que el Centrum Judaicum expone desde ayer tienen un valor especial.
Los originales son 600 negativos conservados en el International Center of Photography de Nueva York y en Berlín se muestra una selección de 120 que enseñan detalles de una ciudad casi barrida del mapa que intenta volver a vivir.
El proyecto de la exposición estuvo a punto de no llegar a buen término por la pandemia, su inauguración fue suspendida ya el pasado mayo pero ahora se abre al público justo el día en el que se cumplen los 75 años de uno de los encargos de Life que Capa cubrió.
«No son solo documentos importantes, sino también para nosotros porque pone la lupa en el trabajo de un fotoperiodista que nunca se consideró un artista», agrega la comisaria de la muestra, Chana Schütz.
La publicación le encarga a Capa (1913-1954) fotografiar el mercado negro que florecía junto a la Puerta de Brandeburgo, en el sector británico del Berlín que se reparten los aliados, y documentar la primera celebración del Año Nuevo judío en una sinagoga situada en el sector estadounidense, el 9 de septiembre de 1945.
Pero Capa hace más fotos: las de los soldados estadounidenses divirtiéndose en el Club Femina, la de soviéticos posando delante de la Columna de la Victoria, la de mujeres retirando una carreta en la Charlottenburger Chaussée o la impresionante vista de la avenida Unter den Linden desde lo alto de la Puerta de Brandeburgo.
El fotoperiodista se traslada del oeste al este de la ciudad, hay instantáneas de la Kurfürstendamm, de la estación del Zoo, del parque Tiergarten con sus árboles derribados, de la Alexanderplatz al otro extremo y de Potsdammerplatz, antes el corazón de Berlín y ahora en plena tierra de nadie.
Y se mueve con la protección que le proporciona el uniforme del Ejército estadounidense.
Documenta la penosa vuelta a la vida de una metrópolis arrasada que conoció cuando tenía 18 años y permite mirar la mirada de los sobrevivientes de la contienda.
Capa escribe en las hojas de contacto notas sobre el primero de sus encargos para la revista estadounidense, el del mercado negro junto a la Puerta de Brandeburgo: «Los alemanes lo venden todo: zapatos nuevos y usados, vino, relojes y cámaras».
La desolación es patente tanto en la fotografía de una cola de gente esperando el autobús en el barrio de Charlottenburg como en los rostros de varias mujeres que esperan comprar patatas, cartilla de racionamiento en mano, en Zehlendorf.
Nuevo año hebreo
El Año Nuevo Judío. El Ejército americano ayuda a los judíos de Berlín a recuperar sus servicios sagrados, tituló Life el reportaje gráfico con cinco fotos que Capa toma en la sinagoga de Thielschufer, el segundo encargo de la publicación.
Agrega pies de foto suplementarios a las imágenes que suministra a la revista: «Los judíos sobrevivientes de Berlín llegan a unos pocos miles, ni siquiera un uno por ciento de los previos a Hitler. Son los últimos sobrevivientes sin futuro».
En sus notas del quinto rollo sobrecoge la constatación de algo poco habitual, la presencia de niños: «Había dos niños pequeños que habían perdido a sus padres y que casi eran los únicos menores de la comunidad judía de Berlín».