Las "matemáticas de Estado" de las que habla el responsable dela campaña electoral del PP; Elías Bendodo son inexorables también para el PP: si quiere gobernar en algunos lugares donde los escaños no le alcanzan para lograr la mayoría absoluta tiene que dar entrada a Vox en los gobiernos autonómicos o en las corporaciones municipales, y en aquellos lugares donde les basta su abstención habrá que esperar cuál es el resultado de las negociaciones que los populares tratan de dilatar para no tener que afrontar las contradicciones que se han dado en la Comunidad Valenciana y en Extremadura, que llevan camino de resolverse con una nueva victoria de Vox sobre el PP.
María Guardiola, la candidata del PP a la presidencia de la Junta de Extremadura está a punto de entonar el "donde dije digo, digo Diego", y comenzar a negociar con Vox, después de que pusiera pie en pared a que los antifeministas, negacionistas y antimigración entraran en su Ejecutivo. Guardiola no ha resistido las presiones que le han llegado desde todos los puntos cardinales del PP porque ponía en evidencia a sus compañeros que sí han pactado sin ningún arrobo con la ultraderecha, y porque mantener la discordancia le cuesta al PP no encaminar la campaña electoral por otros derroteros. Guardiola jugaba en contra de la evidencia de que los votantes del PP ven con buenos ojos los pactos con Vox para desterrar a Sánchez de La Moncloa.
Además de su entrada en el gobierno valenciano, Abascal ha conseguido situar como segunda autoridad regional a sus candidatos en Baleares y Aragón, de ideología trumpista en el sentido más amplio, que solo puede interpretarse como una provocación ante la que los dirigentes regionales del PP han permanecido callados, asumiendo su discurso en todas las cuestiones que son nucleares para Vox, lo que da a entender una cierta comodidad con los ataques a las políticas de igualdad, medioambientales, la inmigración y la violencia de género. Es precisamente ese discurso y la correlación de fuerzas alcanzada en la Comunidad Valenciana la que Vox quiere trasladar a un gobierno de coalición con Feijóo en La Moncloa.
Quizá el PP espera que con Vox dentro de los gobiernos en unos casos, o de las instituciones en otros -a la espera de cómo y cuándo se resuelven las negociaciones-, se modere su ímpetu negacionista en algunas cuestiones, como ha ocurrido con el antieuropeísmo de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, pero que no ha cedido terreno en otras cuestiones. Ahí está el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo para desmentirlo, que cada cierto tiempo saca los pies del tiesto y se convierte en una fuente de problemas.
De vuelta a las "matemáticas de Estado" de Bendodo aplicadas en Valencia, el 12% de los votos de Vox se convirtieron en 13 escaños, que a su vez representan el 32% de los 40 del PP, y de mantenerse la actual composición del Consell de la Generalitat con un presidente y once consejerías, podría reclamar hasta cuatro de ellas. En Extremadura, el 8% de los votos conseguidos por Vox se tradujeron en 5 escaños, un 17% de los 25 que obtuvo el PP, y por tanto podría aspirar a, al menos, a una de las nueve consejerías con que cuenta el gobierno de la Junta.
Como no quiere defraudar a sus votantes, el PP olvida los principios que defendía Guardiola, mientras Abascal impone su discurso y consigue que Feijóo no minusvalore sus votos.