Un Miguel Ángel y mucho más

G.B.
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El Cabildo ultima la incorporación de visitas guiadas y audioguías para aprovechar la creciente afluencia de turistas al templo. La estrella que reclama la atención de todos es el Calvario de Michelangelo Buonarroti

Una peregrina contempla el cuadro de Miguel Ángel. - Foto: Óscar Solorzano

Logroño nutre en buena medida el interés de los turistas culturales con el Museo de La Rioja, que exhibe entre las viejas paredes del palacio de Espartero piezas notables de pintura, escultura y arqueología, pero tiene no lejos de la plaza de San Agustín otro 'templo' artístico no oficial, en este caso religioso, que atesora una buena colección de patrimonio sacro no siempre bien conocido, ni siquiera por el vecindario logroñés. La concatedral de la Redonda en sí misma un espacio museístico, con tesoros del arte flamenco y barroco, retablos de enorme riqueza ornamental y tallas que atraen la atención de cada vez más visitantes. Y ese creciente flujo de turistas ha llevado al Cabildo de la concatedral a plantearse una mejora sustancial en la recepción a las personas interesadas en conocer el templo y su patrimonio y dar un paso cualitativo en la atención turística. 

Ese proyecto, en el que trabajan ya los responsables del templo, se concretará en la puesta en marcha de audioguías en varios idiomas para enriquecer las visitas culturales guiadas en la concatedral o, quizás también, mediante guías profesionales. 

«Hay un gran interés ahora mismo por el turismo cultural y queremos que quienes vienen a visitar al concatedral entiendan el patrimonio, con las grandes obras que tenemos, los autores y las etapas constructivas del templo», explica el párroco y presidente del Cabildo de la concatedral, Víctor Jiménez, que asegura que aunque ya existen folletos explicativos sobre la basílica, se trabaja en elaborar un relato con calidad y seriedad argumental para que quienes pasen por el templo se lleven información suficiente sobre la Redonda. 

Desde lejanas tierras. Muchos de los visitantes son extranjeros, con presencia cada vez mayor de estadounidenses, australianos y coreanos. Pero las visitas también irán enfocadas al turismo nacional e incluso a los propios logroñeses. 

Entre quienes se desplazan a Logroño atraídos por el vino y la gastronomía, hay también un interés por el turismo cultural y patrimonial. «Tenemos que hacer que estos que vienen por ese motivo, junto con los peregrinos, tengan una especie de circuito cultural explicado con guías, para que se lleven una buena proyección del patrimonio y una catequesis del arte, porque en el caso de quienes recorren el Camino de Santiago, muchos vienen a contemplar el patrimonio, pero también a las celebraciones de la fe», señala Víctor Jiménez. 

Las joyas que atesora la basílica son muchas, como la imagen de María Inmaculada, de Gregorio Fernández; y las joyas que atesoran las capillas, como las obras flamencas, entre ellas el retablo de la Adoración de los Reyes, del maestre Ansé, y las tablas de la capilla de San Blas, firmadas por Coignet en Amberes en 1584, con reminiscencias italianas de Tiziano, o la gran cúpula ochavada en la capilla de Los Ángeles, con pinturas murales que su autor, José de Beges, dedicó a la Virgen en 1770. El conjunto barroco se nutre con piezas de gran belleza rescatadas de antiguos monasterios que circundaban el casco histórico y fueron desamortizados o abandonados, como la Merced, el Carmen o San Francisco, así como y la iglesia de Jesuitas. 

Pero sin ninguna duda, la estrella que buscan con más ahínco los visitantes se custodia en la girola, detrás del altar mayor. La pintura en tabla del Calvario, obra del genial artista italiano Michelangelo (Miguel Ángel) Buonarroti, es la pieza «por la que pregunta todo el mundo».