"Los adultos deben ser más críticos"

David Hernando Rioja
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La psicóloga Raquel Toribio y la profesora Andrea Gutiérrez hablan sobre estereotipos sexistas en los juguetes y sus consecuencias

Una mujer pasea entre dos estanterías llenas de juguetes en la tienda Toy Planet - Foto: Ingrid

La responsable del Área de Igualdad y Género del Colegio Oficial de Psicología, Raquel Toribio, explica que la responsabilidad de que se sigan perpetuando estereotipos sexistas en los juguetes está en la falta de introspección y de cuestionamiento en cuanto a la situación. Un ejemplo de esto es la frase 'siempre ha sido así', «que en muchos casos no significa que sea lo mejor», señala.

Otro motivo son los beneficios económicos por parte de la industria, ya que «si algo se vende de esta manera para qué vamos a invertir en planteamientos nuevos que quizás no tengan los mismos beneficios económicos».

Además, las jugueterías separan los juguetes en zona de niños y zona de niñas. Asegura que cualquier persona que se acerque a alguna tienda de juguetes, los dependientes le van a preguntar si es para un niño o una niña porque «no te ofrecen lo mismo». 

Critica que en la zona dedicada a los niños no se encuentra nada que fomente la empatía, el diálogo o los cuidados, que les ayude a entender, hablar o socializar; mientras que en el área de las niñas no hay juegos que fomenten la independencia o el liderazgo.

Toribio explica que las consecuencias de esto es que los juguetes crean un imaginario social en el que existen dos mundos diferenciados, «uno en el que se pueden desenvolver los niños y otro en el que lo pueden hacer las niñas, mucho más reducido». Además, asegura que se normalizan esquemas de pensamiento machista, «perpetuando los estereotipos de género, sobre todo en un público inocente que no tiene aún mecanismos de defensa para filtrar ni elegir con criterio».

Asegura que si se analizan los anuncios sexistas de las muñecas tienen una voz en off angelical, todo aparece en diminutivo, la estética es en colores pastel, la música es suave y van dirigidos a «fomentar un rol pasivo, de cuidado y ama de casa o relacionado con el glamour, la belleza y la moda». 

Mientras que los anuncios bélicos o de aventuras la voz en off es enérgica, la música estridente, los colores fuertes, se habla en superlativo, están ambientados en el ámbito público y se fomenta un comportamiento rebelde, atrevido y activo, trasladando una imagen de comodidad, capacidad, poder y autoridad.

Problema. Toribio afirma que esta situación es un problema serio porque el cerebro infantil interioriza el mundo y aprende la realidad a través del juego, «que es la experimentación que ayuda a interiorizar las normas sociales, lo que está bien y lo que no, lo que un niño puede o no elegir, a lo que una niña se puede o no dedicar».

Afirma que las carreras de ciencias están llenas de chicos y las relacionadas con el cuidado de chicas. «Esto no es cuestión de genes, está relacionado con los intereses que desarrollamos a lo largo de nuestra vida», remarca.

Además, explica que a través del juego se desarrollan habilidades y capacidades que «si no las practicamos no vamos a ser buenos en ellas».

La profesora de la Universidad de La Rioja Andrea Gutiérrez explica que el cambio se consigue recordando a las familias la importancia de exponer a sus hijos e hijas a experiencias, modelos y referentes diversos. Cada tipo de juego, detalla, estimula determinados tipos de habilidades, así cuanta más diversidad haya en casa «más oportunidades de aprendizaje estamos proporcionando». 

Además, indica que el uso que hacen sobre los juguetes está relacionado con los modelos que proyectamos a la niñez, por eso, «es necesario ayudar a cuestionar y comprender los estereotipos de forma que generen un pensamiento crítico».

«Somos los adultos los que tenemos que ser conscientes y más críticos con nuestros propios estereotipos derivados de la educación recibida», concluye.