«Hemos actuado en vagones y hasta en un convento de clausura»

Javier Alfaro P.
-

Creadores de Sapo Producciones, una de las compañías más reconocibles de la zona, Josué Lapeña y Martín Nalda se sienten afortunados por poder trabajar como actores

Josué Lapeña y Martín Nalda son los actores al frente de Sapo Producciones. - Foto: Óscar Solorzano

Para muchos, son los imprescindibles de la cultura riojana a pie de calle. Acostumbrados al teatro al aire libre, y en teatros, desde 1995, han creado y representado muchos de los personajes más queridos por varias generaciones. Martín Nalda (Logroño, 1965) y Josué Lapeña (Calahorra, 1971) son los actores fundadores de la compañía Sapo Producciones.

Para Nalda la llegada a las artes escénicas fue más bien vocacional, mientras que Lapeña estudió Publicidad y Marketing antes de conocer a Nalda en un curso de teatro y decidir emprender.

Y, 28 años después, siguen trabajando como actores. Muy orgullosos de ser «actores de provincias», porque no es tan fácil. Aún así se consideran afortunados, «tenemos suerte porque el 97% de la profesión se dedica a otra cosa», puntualiza Nalda. Lapeña sí indica que «en otras comunidades hay más opciones con muchos teatros o televisiones autonómicas potentes que tienen sus propias series o películas».

Trabajan «entre amigos, aseguran, «con gente que lleva muchísimo tiempo con nosotros, como Rubén García que empezó con pequeñas colaboraciones de adolescente y sigue ahora (20 años después) mientras triunfa con su personaje de Bárbara, que nos enorgullece».

Tras tantos años, son muchos los personajes que han hecho. «Como en la comedia del arte, tiendes a especializarte en ciertos tipos», indica Nalda. «También nos pasa que cuando representas mucho tiempo un personaje terminas manteniéndolo y es parte de tí», indica Lapeña.

Explican que en estos años «hemos visto crecer niños hasta adultos, por ejemplo, en las rutas teatralizadas de localidades como Labraza; también hemos actuado en sitios raros como el Monasterio de Cañas, que es un convento de clausura, con todas las monjitas emocionadas al ver la representación, o en vagones de tren abandonados cuando la estación estaba al aire libre, también en el reloj de Ibercaja y hasta en cementerios. Tenemos la gran suerte de conocer también la historia y poderla contar», explican.

Lo que más hacen son las visitas teatralizadas, «realizadas específicamente para cada sitio», pero también son muy demandados algunos espectáculos propios como ¡Qué maja soy!, para público infantil, pero también dramas como El Cura o Te regalo el sol. Lapeña apunta que también reciben «encargos a la carta por parte de empresas para hacer espectáculos exclusivos para un momento concreto, en el que se idea todo: textos, puesta en escena, ambientación, música...». «Y se acabó», finaliza Nalda. 

En este sentido, cuestionados sobre el motivo de no representar más algunos grandes éxitos como su Comedia del Sitio de San Bernabé, subrayan «hay espectáculos que únicamente están para ser hechos en un momento concreto y ese, además, se repite cada año».