Un verso de un precioso soneto, de José Luis Borges, El olvido que seremos, sirve de título a la última película dirigida por Fernando Trueba. Un emotivo biopic sobre el médico colombiano Héctor Abad Gómez, que traslada a imágenes el libro escrito por su hijo varón. Un hombre familiar y defensor de los derechos humanos a quien la violencia se llevó por delante.
He leído que fue el propio hijo de Héctor Abad, el autor de su biografía, quien pensó en usted para dirigir la película. Pero sé que también tuvo dudas en trasladar ese libro a imágenes a pesar de que le había conmovido. ¿Por qué?
En principio me parecía que como el libro estaba narrado en primera persona y era muy íntimo no era adecuado como material cinematográfico y, además, estaba el problema práctico del paso del tiempo porque en él transcurren 25 años y eso en cine es poco menos que imposible. Al final, mi hermano David y yo encontramos el ángulo, la manera de hacerlo, y acabé involucrándome. Pero, en un primer momento, amando el libro muchísimo, era muy escéptico en poderlo llevar al cine.
Supongo que no se imaginaba, cuando rodó la película, que al estrenarse iba a estar de actualidad porque su protagonista era un auténtico defensor de las vacunas.
Efectivamente, la película la terminamos en febrero de 2020 antes de que arrancase la pandemia. Héctor era epidemiólogo, higienista y un apóstol de las vacunas, la medicina preventiva y la salud pública.
¿Le dieron libertad para elegir al protagonista? Porque aunque Javier Cámara está inmenso, a priori parecía que tenía que haber sido un actor colombiano.
El autor del libro me comentó que eligiese al actor que quisiera, pero que había un intérprete español que físicamente le recordaba a su padre, se refería a Javier Cámara. Efectivamente parecía lógico que fuera colombiano, pero durante el casting tuve claro que tenía que ser Javier, porque es muy trabajador y perfeccionista.
Usted utiliza el blanco y negro o el color según la etapa que describe de la vida de Héctor. ¿A qué se debe?
No he optado, era como yo lo veía en mi cabeza, es algo instintivo. Yo cuando hago una película la sueño de alguna manera, y siempre había una parte que era en blanco y negro y otra en color.
La película refleja expresivas frases que definían las líneas de pensamiento de Héctor. Supongo que su hermano, David, como guionista, tuvo que trabajar mucho en introducir las más significativas.
El libro era un baúl lleno de cosas maravillosas y se trataba de seleccionar, ordenar y construir la estructura de la película con un material precioso. Yo incorporé algunas anécdotas y detalles que no estaban en el libro. Pero ahí David hizo un trabajo muy bonito. De hecho, cuando se lo dimos a Héctor hijo para leer el guion tardó un mes en decirnos algo porque quería esperar a encontrarse en el estado de ánimo adecuado, porque para él sigue siendo una gran herida. Y me escribió emocionado. También me contó que la primera vez que vio la película no pudo porque era como si tuviera una catarata de agua en los ojos.